🗡 GLAVA X 🗡

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OMNISCIENTE

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—Las voces me lo pidieron, yo solo las complací —dijo Anette sonriendo dulcemente.

Davian la miró incrédulo—. Me estás diciendo que porque las voces te lo pidieron, ¿le metiste un lápiz por la nariz a un niño que se te declaró en primaria? —frunció el entrecejo—. No inventes, ¿Escuchas voces o a unos putos psicópatas sádicos de mierda?

Anette lo miró indignada—. ¿Y tú qué? Tú también escuchas voces, no te hagas.

Davian hizo una mueca—. Solo cuando me drogo, pero las voces que escucho son tranquilas, no son sádicas como los tuyos —la miró de reojo—. Al menos la mitad.

Ellos estaban sentados en la mesa del patio, pasando el rato mientras era un día relativamente tranquilo y aburrido. Seth iba caminando hacia ellos y cuando llegó, se sentó al lado de su niña y la rodeó por sus hombros con su brazo, haciendo un saludo con la cabeza a los demás.

—¿En qué están pequeñas bestias?

—Anette nos contaba la vez que le metió un lápiz en la nariz a un niño que se le declaró en primaria —comentó Lilith.

Seth alzó una ceja.

Anette se encogió de hombros—. Al menos me libré de seguir yendo a la escuela después de eso —dijo burlona—. Mis padres me pusieron educadores en casa.

—¿Por qué lo dices con tanto orgullo? —Seth la miró entrecerrando los ojos.

Anette lo miró con inocencia—. Porque me libré de la escuela.

Seth asintió lentamente—. Si, te libraste de la escuela, luego de ocasionar una fractura en la nariz a ese niño y dejar con depresión a mamá. Sin contar el hecho de que papá tuvo que pagar una enorme cantidad de dinero a la escuela y a los padres de ese niñito para que no pusieran una demanda y te mandaran al puto orfanato nuevamente por tachar a nuestros padres de incompetentes justo después de tu adopción —dijo serio.

Anette se calló, sintiendo la vergüenza recorrer su cuerpo.

—Si que la cagaste —Davian murmuró burlón—. Para la otra no lo cuentes con tanta euforia. O mejor, no lo vuelvas a contar en frente de tu hermano alías el hijo de puta.

Seth lo miró mal.

—Ahí viene mamá —dijo Anette aplaudiendo alegre.

Todos giraron su vista y una bella mujer de por lo menos cuarenta y tantos años iba caminando hacia ellos, es alta, piel blanca, cabello negro y ojos azul claro, sus labios van pintados de un tono rosa nude y va vestida con un vestido corto gris ajustado a su esbelta figura, tacones del mismo tono y una bata blanca cubriéndola.

Dra. Emma Alvensleben
Salud mental

Anette se levantó y fue directo a los brazos de su madre cuando ella llegó a la mesa—. ¡Mamá!

Ella sonrió con dulzura—. ¿Cómo está mi pequeño cielo? —preguntó con voz suave.

Anette sonrió en grande—. Bien —murmuró mientras se giraba para mirar a su caramelito—. Ella es Lilith, ya te hemos hablado de ella.

LA FLOR DE LA MUERTE © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora