SEMPITERNO

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«Como el universo que es infinito, mi amor hacia mi padre, eterno».

De niños solíamos visitar la casa de campo del amigo de papá, donde corríamos y jugábamos con libertad, sin ninguna regla que nos prohibiera hacer lo que quisiéramos. Éramos muy felices y papá también lo era, podía ver en su rostro la enorme sonrisa que se dibujaba al vernos nadar despreocupados en el lago.

Tristeza

Papá solía contarnos historias increíbles, tan fantásticas que superaban nuestra imaginación. En las tardes de invierno y durante las noches, se acostaba a nuestro lado, permitiéndonos descansar en su regazo mientras nos embarcábamos en una nueva aventura.

De todas las historias que nos contaba, solía haber una que parecía nunca tener un final y cada vez que lo recordábamos, pedíamos que nos lo contará una vez más. La historia trataba de un joven granjero perdido en una enorme ciudad, y que cada día se enfrentaba a nuevos obstáculos que se le interponían en su camino para descubrir la razón o la verdad de cómo había llegado a aquel extraño lugar. Un ambiente totalmente opuesto al que conocía, y además, se diera con la sorpresa de que tenía una esposa y dos hijos.

Engaño

Eran divertidas las travesías diarias por las que pasaba el pobre granjero para entender su nueva vida, siempre intentando encontrar una razón de cómo había acabado en tan opuesto mundo, y vivir con la incertidumbre de si algún día despertaría de tan horrenda pesadilla.

Papá nos narraba la historia con tanto detalle que creíamos que el granjero era real y que lo conocía, e inocentemente le pedíamos que nos lo presentara. Él solo reía y desviaba las preguntas para seguir relatando su historia.

Con el paso del tiempo, papá dejó de contárnosla, y nosotros nos interesamos en nuevas cosas e historias, aunque siempre nos quedó la incertidumbre de si al final, el granjero logro encontrar la forma de volver a su hogar.

Tragedia

Un día se lo preguntamos, y nos dijo que no había un final, que aunque el granjero siguió con la idea de que todo se trataba de un mal sueño, no pudo evitar enamorarse de su esposa y amar a sus hijos, aun sin poder encajar en esa nueva vida y a veces sintiéndose perdido y solo, decidió guardar su vida y memorias en lo profundo de su corazón.

Me pregunto por qué no le dijimos que ese final no nos gustaba, que era demasiado triste y conformista, que al final el granjero debió volver a su granja y ser feliz, después de todo había pasado por muchas cosas y no se lo merecía. Pero solo éramos niños y no nos importaba, era una historia como tantas que habíamos oído y que termino en el olvido.

Que equivocados y ciegos estábamos, porque nunca nos dimos cuenta de que el granjero de la historia, siempre fue papá.

Descubrimos con el tiempo la hermosa máscara de felicidad que llevaba ocultando su triste soledad incomprendida.

Tal vez el granjero al final de la historia no fue feliz, pero hubo un momento en el que sí lo fue, donde por un instante se sintió amado, encajando perfectamente en la vida.

Esta es la historia de mi padre que no tiene inicio ni fin, porque desconoce el inicio de su vida y del amor que es impredecible.

Nunca me olvides

Prometo recordarte

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