Vidas Separadas I

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VIDAS SEPARADAS

I

«El tiempo es la distancia más larga entre dos lugares».

-Tennessee Williams.

M.I

Londres, Inglaterra.

7 años después del accidente...

Los continuos repiqueteos de las gotas de lluvia en la ventana relajan el tenso cuerpo de Izuku frente al espejo, tiene la cabeza cabizbaja mirando la reluciente cerámica blanquecina del lavamanos.

Se ha quedado observándolo por varios minutos desde que entró al baño, estático y pensativo, siendo nuevamente atrapado en sus vacíos recuerdos y en lo poco que le queda de razón.

El miedo y la soledad, eran una sensación común en sí mismo, además de ser ocasionadas por sus oscuros y tenebrosos sueños, donde sus pesadillas lo atormentaban día tras día. Izuku se sentía perdido por no encontrar un lugar donde sentirse a salvo, agonizando lentamente en la irreal y confusa vida que llevaba.

Un penoso suspiro sale de entre sus labios y se ve vacilante en el espejo.

Ante él hay un hombre de rostro cansino, con canas sobresaliendo de su revoltoso cabello verdoso y con un poco de barba en el mentón. Las únicas agraciadas son sus pequeñas pecas por debajo de sus enormes ojos esmeraldas que decoran la pálida piel de su demacrado rostro.

Para un hombre y padre de tan solo 28 años, su desgastada apariencia era muy temprana, pero quién podría entenderlo, si nadie sabía que había perdido seis años de su vida pasada.

Lo último que alberga su memoria antes de la pérdida, es hasta sus recién cumplidos quince años, subiéndose a un bus rumbo a algún lugar que lo haría feliz, y después de eso, todo se oscurece.

Tenía tan solo 22 años cuando todo cambió o despertó, aún le es difícil definir cuándo se siente que se ha nacido de nuevo.

Despertar en un cuarto de hospital, inmóvil y desorientado, junto a su madre que sostenía su mano, no pudiendo hablar ni mucho menos pensar, ver una gran cantidad de delgados tubos conectados a su cuerpo desde varios aparatos, eran un gran impacto para una persona que mentalmente creía tener aún 15 años.

Había dormido por once largos meses y la única persona que conocía en esa sala, era a su madre quien lloraba desconsoladamente.

Solo fueron unos momentos de paz hasta que se dio cuenta de su estado y las preguntas vinieron como un tornado, ocasionándole un ataque de pánico.

Recordar ese día se sentía como una pesadilla, incrédulo, creyendo que todo se trataba de una broma o un mal sueño, pero los rostros de las personas que lo veían con sorpresa y tristeza lo desmentían.

Para él, más que un recuerdo lo llamaba tormento, porque fueron los días más horribles de lo que lleva aún en vida.

El golpe repentino en la puerta lo exalta y presuroso abre el grifo del lavamanos.

— Midoriya, el desayuno está listo.

— Ya voy —grita, mientras sus manos se remojan en el agua.

— De acuerdo... —hay silencio y un pequeño empujón en la puerta— No te demores, recuerda que debemos llegar temprano al cementerio. —susurran y luego se oyen pasos.

Memorias OlvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora