Secuelas I

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SECUELAS

I

«Cuando los tormentos de nuestro pasado vuelven, la vida se convierte en un infierno».

K.E.

Shizuoka, Japón.

3 años después del accidente...

Como en cada noche, los sueños hacen que nuestras pesadillas cobren vida y nuestros miedos se sientan reales.

Para Katsuki era común soñar estar en medio de un desolado bosque sin vida, cubierto de una espesa y grisácea bruma que lo cubren hasta sus rodillas, y rodeado de enormes árboles que se vislumbran desde la lejanía difusas por la niebla mientras oye la tierra removiéndose al caminar, combinado con una helada brisa que ponía rígido sus huesos. Había soñado con ese lugar incontables veces, siempre con la misma rutina e interés, caminando hacia los lejanos árboles en todas las direcciones posibles pero nunca llegando a alcanzarlos, como si fueran un cruel espejismo atrapándolo en un círculo vicioso sin fin.

En medio de la nada, vistiendo un simple polo y buzo negro, camino lentamente mirando a la lejanía con desgano, sintiéndose perdido y confuso, como siempre.

La extraña sensación de conocer el lugar lo agobia de sobre manera porque siente que ha caminado por esos lares anteriormente, aunque no lo recuerda, lo hacían sentir ansioso por revelar algo oculto entre la espesa niebla, la cual en cada paso que daba se incrementaba opacando su visión.

Era tan irritante.

Una fuerte y fría brisa azota su cuerpo trayendo consigo el sonido de las hojas mezclado con un repentino lamento, gira instantáneamente a ver a su detrás por donde provenía el viento, pero no vio nada. Aun así se oía, como los quejidos de un niño llorando, musitando palabras inentendibles.

Camino sin prisa, atento a cualquier sorpresivo movimiento buscando al procreador del lloriqueo.

Pronto la niebla se hizo más densa y su vista borrosa.

Otro fuerte viento azota los árboles pudiendo escuchar el remecer de sus copas y trayendo consigo la voz de un hombre, llamándolo desde la lejanía.

Supo de inmediato de que se trataba y gruño molesto al saber que alguien intentaba levantarlo sin su consentimiento.

El lamento se escucha nuevamente a su detrás, girándose al instante topándose con un pequeño bulto negro acuclillado, dándole la espalda, escondiendo su rostro entre sus brazos. Lo observa detenidamente percatándose que tiene la forma del cuerpo de un niño de aproximadamente 7 años y espera a alguna acción, mientras, la voz que lo llama resuena entre la neblina acercándose.

Quería preguntarle: ¿Quién era? ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué sentía que lo conocía? pero no podía hablar, solo observar y escuchar.

Intentó dar un paso, pero el pequeño bulto reaccionó gritando lamentado, cayendo de lado agarrándose la cabeza y con las piernas contraídas en posición fetal.

La voz que lo llama ahora resuena en sus oídos.

Impulsado por la desesperación de que pronto despertara, camina hacia el niño haciendo caso omiso a sus alaridos que se intensifican en cada paso junto a la voz que lo llama aproximándose, aturdiendolo, haciéndolo caer de rodillas agarrándose la cabeza irritado.

Memorias OlvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora