La Reunión de los Caballeros

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La mañana del primer día de clases en la academia, los alumnos llenaban las aulas y esos edificios abandonados durante semanas recobraban su vida. Lucy se encontraba absolutamente perdida entre sus sueños, durante la noche anterior las imágenes de aquel ataque del que fue víctima le atormentaron sin parar, además que últimamente parecía estar en una fatiga constante. Su profesor, un hombre de aspecto un tanto atemorizante la observaba con cierto desdén, no pasó mucho tiempo para que, de una manera estruendosa, despertara a su alumna y con una mirada fulminante le envió fuera del aula.

- Es la primera clase y ¿ya tienes problemas? - . Para su mala fortuna Risko hacía su recorrido habitual justo en ese momento, la reprimenda no se hizo esperar y para darle un toque adicional le encomendó llevar un par de pesados paquetes a la biblioteca escolar. Mientras caminaba por los jardines de la academia, Lucy miró a una joven caminando por los jardines, no vestía el uniforme de la academia por lo que pensó que sería una alumna de ingreso tardío. – ¿Puedo ayudarte en algo? – Aquella joven volteo a verla, y de pronto una extraña sensación de tranquilidad le invadió. – solo contemplaba la vista, para acostumbrarme al lugar-

- Disculpa, ¿Eres nueva? Si necesitas algo puedo ayudarte -.

- Se podría decir que si, te lo agradezco, pero no hace falta -.

Aquella chica se dio la vuelta para mirarla, acercándose lentamente con la mirada fija sobre sus ojos que reflejaban una rudeza y frialdad que dejaron a Lucy incapaz de dar algún paso y a medida que se acercaba sentía como un temor creciente recorría su cuerpo, esa sensación que ya había sentido la noche en la que conoció a Luer. Solo un palmo las separaba, podía sentir como aquella chica la analizaba con esos ojos penetrantes y de un momento a otro le dirigió una sonrisa tan cálida que le hizo olvidar aquel miedo. Ambas permanecieron un breve momento en silencio antes de presentarse mutuamente. Naye se ofreció a ayudarle con las pesadas cajas que tenía que transportar, durante el camino ambas charlaron como si de dos viejas amigas se tratase ignorando por completo el hecho de que se habían conocido hace nada.

Después de aquel breve encuentro Naye se dirigió hacia la mansión Komory, al llegar a los jardines principales se detuvo para contemplar el paisaje que ofrecía aquel lugar, había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo en aquella mansión y no pudo evitar sentir una fuerte presión en su pecho causada por los recuerdos que llegaban a su mente, recuerdos de un muy lejano tiempo. Con un último suspiro continuó su camino hacia el interior, como una suave brisa se deslizó por el salón y las escaleras hasta la habitación de Luer, sin esperar más llamó a la puerta y después de unos segundos Luer apareció, su mirada era fría como de costumbre sin embargo también reflejaba la molestia que sentía por haberlo despertado.

- ¿Podrías quitar esa cara? Hace años que no nos vemos -

- Lo siento Naye, sabes que odio ser despertado, te esperaba hasta la noche -

- Decidí llegar antes -

- Mi hermanita siempre haciendo lo que quiere, ven debes estar cansada, duerme un poco en mi habitación -

-Lo estoy, viajar de día es sumamente agotador, ¿Los caballeros ya están aquí? -

-Sí, solo falta uno, pero llegará pronto-

A pesar de contar con una habitación propia Naye decidió quedarse recostada en la cama de su hermano argumentando que le daba pereza moverse un paso más, para Luer los caprichos de su pequeña hermana eran un tanto desconcertantes, sin embargo, no le dio tiempo de corregirla pues ella ya se había quedado dormida o por lo menos eso pretendía. Momentos después Luer se encontraba recorriendo los pasillos de la academia, lograba escuchar los murmullos de asombro de los estudiantes tras su paso. Para el resto de la academia, los estudiantes del turno nocturno eran una especie de élite social quienes valoraban mucho su privacidad, o esa era la forma de explicarse ellos mismos la existencia de aquel turno tan inusual y lo reducido que era mismo. Docenas de miradas lo siguieron hasta que logró perderlas en el interior de la oficina de Risko quien se encontraba organizando un montón de papeles dentro de sus gabinetes.

El Capullo de la Rosa RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora