Criaturas de Leyenda

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 La noche era fría, algo normal en aquella época del año, la ciudad de Tabris se cubría con una ligera capa de nieve y sus habitantes disfrutaban del calor y la comodidad que les brindaba su hogar, un fuego cálido, una cena en familia o sólo una buena película. En las afueras se respiraba una sensación de enorme tranquilidad, pero la noche no es siempre tan serena como lo aparenta y la oscuridad de la noche alberga misterios y peligros que sólo pocos pueden imaginar. En los límites de un bosque cercano uno de esos peligros esperaba tranquilamente, acechando, como todo buen cazador, el momento justo para atacar. En medio de la noche, cuando pocos quedaban despiertos, docenas de lobos silenciosos como el viento salieron de su escondite y sin dar oportunidad alguna comenzaron con un terrible ataque contra los humanos. Casa tras casa, familia tras familia, pronto la calma de la noche se transformó en una mezcla de gritos y llantos y un olor a sangre inundaba el aire.

Desde lo alto de un viejo campanario, el joven Luer observaba el ataque bañado por la luz de la luna que empezaba a surgir de entre las nubes. El comportamiento de aquellos lobos no era habitual, aquello parecía una búsqueda más que un ataque. Por unos momentos pensó si el entrar en la ayuda de los humanos sería lo apropiada o simplemente debería dejar que ellos se defendieron solos, puesto que tomar partido podría traer consecuencias no tan favorables para los suyos, meditaba sobre qué acción tomar cuando logró sentir una ligera brisa que lo empujaba hacia adelante invitándolo a bajar de su escondite -tienes que...- una voz susurrante viajó en esa brisa, y como si fuera una orden que no podía ignorar saltó desde la cima de ese campanario tan rápido como una flecha cayó justo sobre un lobo matándolo en el acto. Aquéllos que estaban cerca notaron esa presencia, de inmediato trataron de abatir al agresor, sin embargo, Luer demostró el verdadero poder que un "sangre pura" puede liberar. Ningún lobo podía siquiera tocarlo. -De prisa- Aquella voz una vez más llegó a sus oídos y aún en medio de la batalla logró sentir una ligera briza que tiraba de él. Aquella sensación lo llamaba a seguir esa brisa tan rápido como le fuera posible, y así lo hizo, en el camino mataba a los lobos que se atrevían a cruzarse con él. Corría entre calles y callejones siguiendo aquel "instinto" que lo guiaba hasta que detectó un olor muy sutil pero que le resultó familiar, en ese momento lo comprendió justo cuando se detuvo en una casa con la puerta destrozada.

Oculta bajo su cama la pequeña Lucy temblaba de miedo sin tener en claro cómo es que había llegado allí, su mente estaba en blanco y sus músculos no le respondían, a lo lejos lograba escuchar el caos producido por aquel intruso. Ella había visto a un enorme lobo entrar destrozando la puerta mientras otro saltaba a través de la ventana tomando a su familia por sorpresa. Pasaron unos instantes y la casa quedó silencio salvo por la respiración entrecortada de la niña y el sonido de pisadas que se aproximaban lentamente por el pasillo mientras que su respiración se aceleraba, sentía como su corazón latía cada vez más deprisa a cada segundo cuando la puerta se abrió de golpe todo se volvió oscuridad.

No supo cuánto tiempo había pasado, el lugar estaba completamente silencioso cuando despertó, temerosa, abandonó su escondite debajo de la cama solo para encontrarse con una escena escalofriante, un enorme lobo se encontraba tirado fuera de su habitación y la sangre salpicada en las paredes. Al final del pasillo, una persona miraba tranquilamente por la ventana. Aquella persona la miró y un extraño escalofrío recorrió su cuerpo, sus músculos se tensaron mientras que su instinto le gritaba que corriera lejos de allí y sin embargo algo en su interior, una sensación cálida le decía que no había nada que temer.

- La Luna brilla con fuerza esta noche- aquella voz, suave y clara, extrañamente le resultaba familiar. -Vámonos de aquí, podrían venir más-

Aquel misterioso joven extendió su mano, a su alrededor se podía percibir una creciente sensación de seguridad que la invadía, como si lo conociera de toda una vida, ella sólo asintió con la cabeza sin decir nada y caminó a su lado. La planta baja estaba completamente destrozada, marcas de garras y sangre estaban esparcidas por todas las paredes, y en el momento en el que salían de esa casa en ruinas Lucy entendió que ya no había nada para ella allí, su familia había muerto y sin embargo la pena y la tristeza no le invadían, si no que en su lugar aquella seguridad por estar con ese joven misterioso le reconfortaba y aún así no pudo evitar sentir como una lágrima caía por sus mejillas.

El Capullo de la Rosa RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora