Capítulo 1: Soy inocente

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Narra Andy


Los pasillos de aquel lugar me hacían sentir escalofríos. Los hombres con ropa naranja, mirándome como una presa detrás de esas rejas de metal; no me hacían sentir mejor. Sus ojos clavados en mí, vigilando cada movimiento que hacía, esposado, junto con dos policias escoltándome a cada lado.

—¡Putito! —escuché que gritaban a lo lejos, sabía que se dirigía a mí. Iba a ser una pesadilla estar en ese lugar.

A todo esto, ¿Qué hacía ahí? Sólo era un muchacho común que tenía una vida casi normal en una casa donde su familia lo amaba, iba a la escuela, era el favorito de mamá de los dos hermanos. ¿Qué pasó para que terminara tras las rejas? Simple: juntarme con gente equivocada.

Bueno, para recordar todo eso y explicar lo que pasó, retrocederemos a un día antes de mi encierro.

Era de mañana. Como siempre, mis amigos... bueno, -amigos-, llegaron a mi casa, exactamente a las 11:15. Mi mamá estaba abajo, mirando la televisión con mi hermano Ethan; él era mayor que yo por tres años, aunque parecíamos de la misma edad por la forma en que se comportaba.

Bajaba las escaleras lento, sin hacer algún ruido, ya que los días domingo eran muy silenciosos. Mis padres amaban el orden, y como toda familia estricta, era indispensable que sus hijos estuvieran presentes en todas las comidas y reuniones familiares; sin embargo, en esos días había estado rompiendo todas las reglas que al paso de los años se habían forjado, ¿Por qué?

Al llegar abajo, mi madre me preguntó:

—¿A dónde vas tan silencioso? —Giré mi cabeza con lentitud, encontrándome con los ojos entrecerrados de mi madre, y mi hermano mirando el televisor sin prestar importancia a la interrogante de mi mamá... o eso parecía.

—Eh... mis amigos me quieren ver, mamá... —respondí apenado, llevándome una mano a mi nuca. Aparté la vista de sus ojos, para guiarla a la ventana que daba a la parte posterior de la casa, ubicando así a Carlos haciendo señas para que me apresurara—. Mamá, me tengo que ir, me están esperando —sentencié al tomar la perilla de la puerta y salir de la casa.

—Hey, men, me has hecho esperar demasiado —dijo Austin por la ventana del auto.

—Sí, ya sabes, mi mamá —justifiqué, posicionándome en el asiento trasero.

—Eres un hijo de mami, ¿no? —preguntó Carlos de manera burlona, abriendo la puerta del copiloto para entrar.

—Ya no —suspiré— ¿A dónde iremos? —pregunté cambiando de tema mientras Austin arrancaba el coche.

—Iremos por un compañero a su casa y te explicaremos luego, ¿Está bien? —dijo Austin mirando por el retrovisor.

—Ok. —Giré mi vista hacia la ventana, perdiéndome en el trayecto.

Cómo estaba diciendo: ¿Por qué había estado rompiendo las reglas de mi casa? Siempre había sido un chico responsable, educado y como dicen "recto"; ¿Por qué cambiar de un momento a otro? Ya que en esos días había cambiado todo.

Para empezar, me había cambiado de escuela por motivos económicos en mi casa y mi trabajo no era el mejor que digamos, era un repartidor de periódico de lunes a sábado. Todos esos días, salía de mi casa a las 4:30 de la mañana, ir a la sucursal y repartir todo antes de las 10. Por suerte, ya me sabía el trayecto y cada vez era más sencillo y rápido.

Continúo: Hacía un mes que me había cambiado de escuela, ésta estaba más cerca de mi casa. Al entrar no conocía a nadie, todos eran extraños para mí. Unos cholos, otros raperos,  emos, nerds... esa escuela tenía de todo, no como mi otro instituto donde había más hipsters que otra cosa.

—Andrew, ya llegamos. —Me llamó Austin, sacándome de mis pensamientos.

—Ah, sí... —Bajamos del auto y nos posicionamos en la puerta de entrada de una casa un poco vieja, aunque bien conservada.

—Hola, Austin —saludó un chico al abrir la puerta.

—Hola, Ronnie, ¿Cómo estás? ¿Nos vamos? —preguntó apuntando hacia el auto, donde Carlos esperaba.

—Sí —contestó con un poco de duda. Salió y giró para ponerle llave a la puerta, sus manos temblaban ligeramente, haciendo que éste no pudiera acertar en el blanco.

—Tranquilo —Tranquilizó Austin poniéndole el brazo alrededor de sus hombros—. Andrew, ve al auto, ahorita vamos. —Asentí, girando sobre mis talones para luego encaminarme hacia él.

—Ronnie es nervioso, no te preocupes —dijo Carlos sin importancia mientras yo abría la puerta. Volteé a verlos y parecían discutir en voz baja; Austin se veía alterado y Ronnie a punto de perder la poca tranquilidad que le quedaba. ¿Qué pasaba?

Negué con la cabeza y miré mis manos como si fuera algo interesante.

Sentía un mal presentimiento, el aire estaba muy tenso y estresante, ¿Debía preocuparme? Tal vez, o tal vez no y sólo eran suposiciones mías.

—Hey, ¿Cuál es tu nombre? —Escuché la voz de alguien fuera de mis pensamientos, me asusté un poco y noté que aquella voz provenía de un policía—. Te pregunté que cómo te llamas. —repitió cansado. Estaba sentado detrás de un pequeño escritorio; tenía un bolígrafo en la mano y una lista en la otra.

—Eh... Andrew... Andrew Biersack. —Levanté la vista. Varias celdas individuales estaban detrás de él; todas tenían puertas transparentes y podía ver a los demás presos.

—Sí... —dijo el policía, pensativo. Busqué su placa en la ropa, tratando de saber por lo menos su apellido.

"Oficial Smith..."

Sentí un empujón en mi espalda para comenzar a caminar, lo cual hice. Me daban pequeños empujones de vez en cuando, llevándome a la última celda, la cual estaba ocupada por un muchacho que estaba sentado sobre la cama. Abrieron la puerta, me quitaron las esposas y me metieron en ese cuarto.

Tenía miedo, ese chico se miraba enojado. Giró su vista hacia mí, llena de rabia; podría asegurar que en un momento, esos ojos se volvieron negros por completo.

Volvió su cabeza, quitando sus ojos de mí y posándolos en la pared de enfrente. Miré a mi alrededor, observando que ese cuarto era muy pequeño; dos camas individuales, un lavamanos y un excusado. Presté atención a aquél chico de cabello largo, ojos oscuros, camisola azul casi negro, jeans negros y tatuajes en los brazos. Si llegaba a toparme con alguien como él en una pelea, seguro yo perdería porque en primera, no sabía pelear; en segunda, se notaba ser chico rudo y que hacía ejercicio.

—¿Te vas a quedar ahí parado o qué? —preguntó sin despegar la vista de la pared.

—Ah... no... —respondí al mismo tiempo que me dirigía a la cama y me sentaba frente a él.

¿Esto era la cárcel? No se miraba tan mal a cómo decían; a menos que sólo fueran celdas especiales.

Estaba nervioso, nunca había entrado a una celda en mi vida y menos que fuera por algo que no hice ni tenía idea.

"Espero que me saquen de aquí... soy inocente, no es justo..."

Prisión [Gay/Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora