FALLING. | d.m

OO5.

Draco estaba mirando el techo de su habitación.
Tenía a Syria abrazándolo mientras dormía tranquilamente, su pecho subia y bajaba pacíficamente, su cabeza estaba acomodada en el torso de el y tenia una mano perezosa posada sobre su abdomen.

Eran las 7 a.m, la fiesta había terminado y el ambiente estaba inundado por un silencio abrumador. Lo único audible en el cuarto de Draco era la respiración de el y su novia.

El suspiró, paso una mano por su rostro y volvió a suspirar. Miró a Syria dormir y rodó los ojos.

Estaba cansado; cansado de tener que complacer a su padre y soportar su abuso, cansado de tener que fingir estar enamorado de alguien que no soportaba, cansado de ver a la chica que amaba con otra persona.

Cuando abrazó a su pelinegra favorita pudo percibir ese olor peculiar a sexo que emanaba su frágil cuerpo. Draco apretó la mandíbula y los puños al recordarlo.

La persona que amaba se cogiendo a otro.

Y él se estaba cogiendo a la que no amaba.

Syria y el se conocián desde pequeños. Siempre habían sido buenos amigos pero en cuarto año le quitó la virginidad estando ebrio, despertó al dia siguiente con ella en su cama. Cuando ella despertó estuvo llorando en los brazos de Draco ya que no podía creer que habia estado con el y no con alguien que la amaba, el remordimiento lo inundó asi que empezaron a salir y al tiempo se convirtieron en pareja.

Ella en realidad no era una mala chica; sangrepura, adinerada y bonita, pero tenía un sólo defecto: no era Savannah, no tenía nada parecido a ella.

El hizo una mueca y se levantó. El ambiente del cuarto era cálido pero aún así Draco sintió frío.
No había podido conciliar el sueño asi que decidió tomar una ducha en el baño de prefectos para aliviar la tensión que inundaba su cuerpo.

Cuando llegó se sumergió en la gran bañera burbujeante, sintiendo que su cuerpo se volvía más caliente y sus musculos se relajaban.

El hizo su cabeza para atrás y miró el techo; sus manos empezaron a sufrir espamos —secuelas gracias a los abusos de su padre—. Cuando estaba solo era cuando más le dolían sus heridas internas.

Intentó alejar sus pensamientos abrumadores sacudiendo la cabeza de un lado a otro pero no funcionó.

Rápidamente  la ansiedad se apoderó de su cuerpo, logrando que sus tics se agravaran más. Con el paso de los minutos todo su cuerpo comenzó a temblar.

El rubio apretó los puños, su pecho subia y baja irregularmente. Enfocó su vista en un punto fijo de la pared y comenzó a respirar.

Inhala en 6.

Exhala en 6.

Y así, repitió la acción hasta que logró calmarse.

Luego de su ataque de pánico le tomó unos cuantos minutos poder terminar de ducharse. Se quedó sentado y quiero mirando un punto fijo de la pared mientras trazaba circulos perezosos en su abdomen.

Cuando por fin reaccionó y terminó lo que estaba haciendo, envolvió una toalla al rededor de su cintura y se dirigió a su habitación para encontrarse con una Syria bastante molesta.

—¿Dónde estabas? —preguntó ella, cubriéndose el pecho con una sábana, su rostro estaba adornado con una mueca que parecía ser de preocupación.

Draco bajó la mirada hacia su torso desnudo, su miembro estaba envuelto en una toalla y la miró de vuelta a ella, ¿acaso no es obvio dónde estaba?
Ella suspiró y se recostó de nuevo, palpando el lugar desocupado a su derecha dándole a entender que se acostara.