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¡Malditos ovarios!

Me había caído la regla el 25  de diciembre, vaya día para visitarme la maldita roja. Tengo un dolor terrible como si me hubiesen pateado con ganas el vientre y en este momento me estaba cagando en la madre del que invento los ovarios, si es que existe. No me había levantado de la cama que, aparte de que me dormí a la hora que llegue con Jimin (que por cierto nadie en mi casa sabían de mi huida), tenia mucho dolor y mi madre a cada rato pasaba para ver si estaba bien. Pero ya eran como las cinco y aunque amaba mi cama ya tenia hambre así que aun en pijama y con mis pantuflas calentitas y cómodas salí de mi habitación para ir a la cocina

Caminaba a paso de tortuga a pesar de tener el hambre de un león enjaulado porque me dolían mucho los ovarios. Baje con cansancio los escalones que por primera vez se me hicieron muy largos y ni siquiera miraba al frente, me sabía mi casa de memoria. Tenia todo el pelo en la cara y me daba pereza acomodarlo, ni que estuviera alguien fuera de mi familia viéndome

— buenos días — sonó una voz masculina que se me hacia conocida pero no tenia idea de quien era y por acto me petrifique en la escalera sin moverme para nada — o debería decir buenas tardes — esa voz, ¿de donde la había escuchado? Seria mas fácil si me volteara pero no lo se

La situación sea quien sea era muy vergonzosa. Acabo de decir que precisamente no estoy como para pasarelas: pantuflas marronas de perritos, pijama de flores rosadas, el pelo como el de una cavernícola y un dolor de menstruación de muerte ¡¿quien coño se atreve a aparecer en un día así?! Volteo mi cara frenéticamente hacia el lugar de donde sale la voz y veo a un chico rubio sentado en el sofá viéndome con cara divertida. Reconocí ese pelo tenido , era el rubio de bote de la gala a la que fuimos mi hermano y yo de mi padre. Lo reconocí al momento pero, ¿que demonios hacia ahí? Sin pena empecé a gritar

— ¡mamá! ¡Haechan! — el abrió los ojos de golpe y quitando la cara de guasa que tenia — ¡hay un intruso en casa!

— ¡ no, no, no! — el se paro de golpe pero era tarde porque empecé a lanzarle mis pantuflas de perrito

— ¡¿que haces aquí?! ¿!Quien eres?!— seguía gritando alterada en la escalera pero se me habían acabado los proyectiles

— ¡cálmate Yuri, yo soy ...!

— ¿!que sucede?! — Haechan, mi hermano del alma llego en ese momento con los brazos llenos con dos coca colas y dos sándwiches corriendo como si hubiese un incendio y con cara de circunstancias.

— ¿¡quien es el y como sabe mi nombre?! — volví a gritar en la escalera

— ¿¡quieres dejar de gritar?! — esta vez alzo la voz mi hermano que le quedaba poco para lanzarme lo que tenia en  la mano, que se atreva o le aviento un cuadro de adorno que esta detrás de mi y se forma la tercera y cuarta guerra mundial — ¿no puedes ser mas normal acaso? El es Taeyong

Mire al susodicho que miraba todo como si estuviese en medio de un paredón. La verdad es que esto fue de película pero...echemosle la culpa a las hormonas que estoy con la regla

— em...lo siento — dije mas bajo ante la mirada de cuchillo de Haechan, la cual me la pasaba por el...sobaco

— descuida, no pasa nada — Taeyong o como sea su nombre se sentó después de un largo suspiro en el sofá como si hubiese pasado un susto

Baje mas rápido mis escaleras y busque por la sala mis pantuflas de perrito para irme a la cocina, luego a mi cuarto y seguir haciendo como que no existo. Además que no podía verle la cara al rubio de bote, que ridículo mas grande eh hecho.

Mi plan se frustro al ver a mi madre en la cocina preparando bocadillos. Me senté en la mesa comedor que hay en la cocina y al ella verme me miro asombrada, si supiera que su hija tiene matriz para actuar en Hollywood.

Mi odioso amor » Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora