—¿Qué haces aquí?
—Te vine a buscar —dijo Papá—. Hoy escuché por ahí que querías entrar a la casa del vejestorio. ¿Y qué crees? Tu adorado papito te cumplirá ese capricho.
Seth frunció el entrecejo. Se suponía que él iba a acompañarme ya que queríamos investigar la casa de Yaroslav para encontrar más pruebas en su contra.
—Sapfirovyye glaza dijo...
—Me importa una mierda lo que él diga. Yaroslav está encerrado en Atwood, es ahora o nunca, malen'kiy. Mis hombres están esperando afuera, ellos te darán instrucciones.
—¿Qué hombres? —preguntó Seth serio.
Papá sonrió con arrogancia—. No te pongas celoso, son hombres de mi absoluta confianza y ya les dije que no posaran sus ojos en mi bella hija —se mofó.
—Quiero hablar con ellos primero —demandó Sapfirovyye glaza serio.
—Por supuesto, el agente especial debe corroborar que todo vaya bien, ¿No?
Seth suspiró—. Caym... —advirtió.
Papá sonrió con egocentrismo—. Seth Alvensleben. Nacido en Múnich, Alemania.
Seth se inquietó.
Papá lo miró con burla—. Tu padre, Balthazar Alvensleben, un destacado agente policial y tu abuelo paterno, Armin Alvensleben, un destacado Coronel en la milicia. Tu abuelo materno, Armand Schwarz, un comandante en jefe con los más altos grados de honores. Fuiste entrenado desde que eras niño para que en tu juventud te dieran tu placa pasando rango por rango. Iniciaste tu carrera de psiquiatría al mismo tiempo que estabas en la academia policial de tu padre. El mejor en puntería, el mejor en técnicas militares, el primero de la academia...
—Basta —cortó Seth—. Si, ya demostraste que sabes todo, ahórrate la puta biografía.
—Qué salvaje —dijo Papá con una sonrisa juguetona—. ¿Por qué el mal humor? ¿Por arruinar tu noche de follarte a mi hija? —se rió.
Rodé los ojos. Y Seth suspiró mientras me daba una mirada furtiva, como si me dijera "Si pudiera, le pegaría un tiro a este imbécil de mierda en vez de aguantar su jodida presencia. Todo sea por ti, Ojitos".
—¿Y bien? mis hombres están esperando —dijo Papá con seriedad.
Miré a Sapfirovyye glaza. Él me miró de vuelta y asintió—. Dame un segundo —murmuró mientras abría un cajón de su escritorio y sacaba un cinturón de cuero con fundas para pistolas y un porta armas para su torso. Luego tomó el teléfono fijo de su escritorio, marcando un número en él para luego llevarlo a su oreja—. Diederich —murmuró ronco—. En cinco, ven para acá, y trae a los demás —sin esperar respuesta cortó.
¿Huh?
Seth se puso su cinturón alrededor de su cintura y lo equipó con dos armas de fuego junto con sus cargadores. Luego se pasó el otro porta armas de cuero por sus brazos para ajustarlo en su torso, guardando en él dos armas de fuego con silenciador. Al terminar, se puso su chaqueta de cuero y me tomó la mano—. Ahora sí, vamos.
—¿A quién llamó? —pregunté curiosa.
—Ya los verás.
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LA FLOR DE LA MUERTE © #1
Mystery / ThrillerMuertes. Es lo único que quiero. Quiero destruir. En mi sangre llevo el arte de asesinar. No quiero perdonar. No quiero dar misericordia. No quiero una maldita tregua. Quiero que se arrastren en mi Infierno. Mi Sed de Sangre me exige venganza...