Capitulo 1

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A OFF le encantaba la primavera y, sin lugar a dudas, estaba en el aire. Cerrando su puerta delantera, miro al cielo azul e inhaló profundamente. El aire olía a flores de Cerezo y, mientras caminaba hacia el coche, una brisa llenó el aire con pétalos rosas. Decidiendo que era un día demasiado bueno para conducir, se dio la vuelta y comenzó a bajar por la acera, girando por la calle principal de la ciudad. Al dirigirse hacia el centro pasó por majestuosas mansiones al estilo europeo con su distintivo toque Tailandés, la mayoría ya convertidas en apartamentos, pero muchas de ellas seguían manteniendo el aspecto de opulencia de una época pasada. Dios, amaba esta ciudad. El río Chao Phraya, lleno de botes, alimenta su red de canales y pasa por el distrito real de Rattanakosin, donde se encuentra el Gran Palacio y su templo sagrado Wat Phra Kaew. Cerca de allí, se ubica el templo Wat Pho, con un enorme Buda inclinado y, en la orilla opuesta, el templo Wat Arun, con sus empinados escalones y su chapitel de estilo Khmer.

Dejó vagar la mirada por sus alrededores mientras esperaba el semáforo, mirando más allá de las inmensas columnas de Historia, debidamente marcadas, hacia el reloj del viejo palacio de justicia. Cuando el semáforo cambió, cruzó la calle y anduvo la media manzana que faltaba hasta su restaurante, deteniéndose antes de entrar parar mirarlo durante unos segundos.

El Café Belgie era su sueño. Off había pasado casi una década trabajando en las cocinas de otras personas hasta ser capaz de ahorrar y guardar el dinero para abrir su propio negocio. Había elegido un restaurante inspirado en Bélgica porque era eso lo que amaba. La simple y buena comida con un cierto estilo. Además, le daba la excusa para poseer una maravillosa selección de cerveza. Yendo hacia la puerta, miró por última vez a los árboles llenos de flores que caían hacia la acera de la calle.

Agarrando el pomo tiró ligeramente, en absoluto sorprendido de que se abriera fácilmente a pesar del cartel de cerrado en la ventana. Su repostera, Godji, ya estaba trabajando; era la primera en llegar, como siempre.

—¡Estás loca si crees que me voy a conformar con eso, mujer! —Krist, uno de los camareros, estaba alterado, y su voz se oía en la calle y ahogaba el ruido del tráfico—. No voy a trabajar durante todo el turno del almuerzo yo solo. Off tendrá que llamar a alguien para que ayude. —Dios, al hombre le gustaba mucho lloriquear y Off sintió como si estuviera arañando una pizarra.

Pasó al interior y dejó que la puerta se cerrara con un golpe sordo mientras veía a Godji levantar las manos con frustración y volver a la cocina.

—Es miércoles y sabes que el almuerzo siempre es lento, ¿qué problema tienes ahora? —dijo Off levantando la voz, su buen humor del paseo desvanecido al instante—. Deja de ser tan melodramático y prepárate para el servicio. —Fue hacia la mesa de servicio—. Tendrás que doblar más servilletas, y asegúrate de que todas las mesas estén preparadas. —Fulminó con la mirada al joven alto y casi elegante. Era un gran camarero y los clientes lo adoraban, pero su actitud apestaba—. No vas a cargarle el trabajo a otra persona para poder llevarte todas las propinas.

Observó como Krist se ponía la cara de inocencia, sacando el labio inferior en un puchero que, de no haber sabido ya que era completamente falso, habría sido encantador.

—Pero, Off, ya tenemos una reserva para una fiesta de diez comensales.

Joder, era adorable cuando hacía eso. Y si Off no hubiera sufrido las rabietas de Krist al menos una vez a la semana durante los últimos tres meses, habría pensado en llevárselo a su casa y follárselo con cada onza de su ser. No dudaba de que Krist fuera muy talentoso, aunque sólo la mitad de lo que decía fuera cierto, pero no la irritación no lo valía.

—Entonces más te vale tener la mesa lista y colocada. —Miró su reloj—. Abrimos en menos de una hora, y vas a mover el culo. —Off lo miró con menosprecio—. Si es que te interesa ascender a encargado, claro está... —Sin otra palabra más, salió del comedor, mirando a todos lados mientras tanto, revisando que las mesas estuvieran bien colocadas, que los suelos estuvieran limpios e incluso que los cuadros de las paredes no estuvieran doblados, antes de entrar a la cocina, sus dominios.

RECETA DE AMOR [Finalizado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora