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Sin que se dieran cuenta ya se encontraban a principios del mes de diciembre, los días eran bastante fríos y la nieve envolvía toda la ciudad desde el amanecer hasta el ocaso, dando un panorama espectacular.
Las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina y todos los alumnos esperaban con ansias salir de las clases, y los dos amigos no eran la excepción.

–Ya casi son las vacaciones, no puedo esperar, podré entrenar un poco más y tendré también mucho tiempo para descansar evitando el frío.- los dos se encontraban sentados en unas escaleras no muy grandes al final del pasillo, mientras el rubio se aferraba a Tamaki en busca de calor.- Además de que podremos salir a jugar en la nieve  o ver películas mientras tomamos chocolate  caliente.

–Si... Serán unas agradables vacaciones- el azabache dió una pequeña sonrisa aunque algo torcida, y se acomodo mejor para seguir abrazando a Mirio, mientras disfrutaba peinando el cabello del blondo haciéndole unas trenzas.

–Ey, ¿Qué sucede?, Sabes que puedes confiar en mí- salió del cálido abrazo para ponerse de rodillas frente a el y agarrarle las mejillas.

–Esta todo bien, solamente es el frío- sonrío está vez de manera amas segura y sus mejillas se tornaron de un color rosado muy tenue, aunque esto no era suficiente para el rubio le soltó la cara y volvió a meterse entre los brazos del azabache.

Durante toda la semana Tamaki tenía una actitud un poco diferente a la usual, parecía que quería decir algo pero no lo hacía, o se sonrojaba más de lo normal con un simple abrazo, Mirio se sentía intrigado por la actitud de su amigo, pues los dos eran como hermanos y se contaban todo, por lo que no entendía que pasaba, pero sabía que tarde o temprano Tamaki le contaría por lo que decidió no presionarlo, la última semana de clases los papás del chico de orbes oscuras tenían que salir y este se quedaría en su casa durante tres días (miércoles,jueves y viernes), durante los primeros dos días se la pasaron viendo películas, jugando videojuegos o haciendo su tarea, pero el viernes después de salir de la escuela el azabache sorprendió mucho a Mirio.

Los dos acababan de llegar a la casa del ojiazul, dejaron sus mochilas y subieron a cambiarse la ropa mojada.

–¿Qué te gustaría hacer hoy Tama? Ver otra película o probar el nuevo juego de rescate- este se encontraba terminando de ponerse una camisa roja de manga larga.

–Yo...quería saber si... Te gustaría ir al parque- se encontraba volteado viendo hacia la mesita de noche mientras terminaba de ponerse su suéter con la cara ligeramente roja y sus orejitas agachadas.

–Claro que si, me encantaría salir a dar un paseo- en cuanto terminó esa frase empezó a buscar unos guantes y un gorrito para ponérselo- ¿Estás listo para irnos?

–Si, estoy listo- agarro la mano cubierta de Mirio y salieron del cuarto del chico.

Al salir del cuarto encontraron una nota del dueño de la casa diciendo que ese día volvería hasta tarde y que si querían podían salir, después de leer la carta y abrigarse bien salieron  de la casa para comenzar a caminar por las calles de la ciudad disfrutando las vistas que dejaba la cuesta del sol, en las avenidas principales se podían apreciar las luces navideñas decorando cada tienda dándole un aspecto mágico a la ciudad.

El azabache agarraba firmemente la mano del blondo para no perderlo de vista, sonriendo al verlo jugar con la nieve que cubría la acera o distrayendose con algunas decoraciones, hablaban de temas triviales pero que para ellos era lo más interesante del mundo y el corazón del joven latía con una fuerza desmedida.

Mirio sentía que todo era perfecto en momentos como esos, disfrutando las tardes de invierno pasando tiempo con la persona más importante para el, con cuidado de no ser descubierto admiraba las expresiones tranquilas de su amor, las pequeñas sonrisas, sus mejillas sonrisa das por el frío y el como sus orejas se movían  levemente por la alegría.

Cuando llegaron al parque vieron los muñecos de nieve que lo decoraban, las figuras iluminadas y las suaves canciones que sonaban.

–Wow, el parque esta hermoso- con un brillo de emoción en los ojos el menor empezó a jalar a su acompañante para ver todo.

–Tranquilo, tenemos tiempo para poder ver todo- mientras reía el mayor disminuía el paso y atraía a su compañero a su lado.

Para empezar estuvieron caminando por la pequeña villa iluminada del lugar, tomando fotos o simplemente disfrutando el espectáculo visual, durante esos momentos Mirio parecía un niño pequeño pues abrazaba un "oso de peluche" hecho de lucesitas.

–¿Te parece si buscamos algo para comer?- ya afuera de la pequeña villa el de orbez oscuras buscaba algún lugar donde sentarse y disfrutar algo de comer.

–Claro... Mira, allí venden Mochis!!!- sin esperar respuesta salió corriendo para minutos después volver con dos bolsas diferentes para tenderle una al contrario- también tenían takoyakis así que te traje unos, espero te gusten.

–Gracias Mirio- agarro la bolsa de plástico y saco el platito de adentro pero antes de poder dar un bocado escucho unos pequeños estornudos, al voltear vio al rubio estornudando como un gatito, haci que se quitó la bufanda que traía puesta para enrollarlas en el cuello del chico.

–Gracias por la bufanda pero no hacía falta que me la dieras, ahora tú vas a pasar frío.

–No pasaré frío, tranquilo y no quiero que te enfermes.

Con más tranquilidad comieron lo que tenían en sus respectivas bolsitas, al acabar vieron como ya era de noche.
Siguieron caminando por unos minutos hasta que unas melodías llegaron a sus oídos, la música que sonaba era suave, relajante pero muy bonita, mientras se acercaban un poco más vieron que había gente bailando en el centro del lugar. Se quedaron mirando un tiempo, para que después Tamaki extendiera su mano hacia Mirio.

–¿Te gustaría bailar?- su cara estaba más roja que un tomate pero en su mirada había algu diferente pero hermoso.

–Me gustaría bailar contigo- cuando terminó de hablar tomo la mano del contrario y para su suerte empezó una nueva canción.

Cuando inició la música el azabache coloco una de sus manos en la cintura del ojiazul dándose cuenta el como se había vuelto más estrecha y sintió que el corazón saldría de su pecho, pues estaba bailando con un ángel.

Se encontraban en el centro de la "pista de baile" disfrutando la suave canción, moviéndose al ritmo de un vals de tres tiempos, sin darse cuenta la pocisión había cambiado para ser más unida y en ese momento todo dejo de existir, las otras personas que estaban parecían invisibles a sus ojos, lo único eran ellos y la voz de fondo que los acompañaba en su baile guiando sus pasos, cuando la música empezó a volverse más tenue los dos sonreian con una gran satisfacción y en ese momento se dieron cuenta que empezó a nevar de nuevo.

–Esto es hermoso, gracias por traerme aquí- seguían sin separarse pese a que ya habían dejado de bailar.

–No agradezcas, sabía que querías salir a pasear y se me ocurrió que sería un lugar muy bonito...ademas de que...yo quería decirte qu- antes de poder terminar la frase fue interrumpido por el sonido de su celular, por lo que con mucho pesar tuvo que separarse para contestar- °•Bueno... Ya vamos y gracias por avisar•°.

Resulta que le había hablado el papá del rubio para avisarle que su familia había llegado, durante el camino se podía sentir una pequeña tensión, Mirio estaba demasiado intrigado por lo que le diría Tamaki pero no quería obligarlo a hablar aunque las emociones lo traicionaran, y Tamaki se sentía avergonzado además de que el valor que tenía reunido se había esfumado, cuando llegaron los dos se despidieron para que el azabache se fuera.

De eso una semana en la que el blondo no sabía nada si te su amigo.

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Quería hacerles unas preguntas.

¿Les gustaría que intercambiar la estatura de Mirio y Tamaki?  Que Tamaki mida 1.81 y Mirio 1.77

¿Les gustaría que hubiera un capítulo especial para el 14 de febrero?

Y para terminar espero les guste el capítulo, gracias por su apoyo

Planes del destino~ Tamamiri/ omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora