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Había pasado una semana desde el incidente con el chico, pero el blondo seguía con los ánimos bajos,ya  no hablaba mucho y a veces no queria salir de su casa aunque lo disimulara el estaba mal y Tamaki tenía lo sabía perfectamente, el estaba preocupado ya que conocia lo que se sentía pero nunca imagino a su mejor amigo en esa situación, de ante mano conocian que los omegas aveces eran tratados como simples objetos a pesar de las leyes y la época pero no podían hacer nada, el azabache ya aceptaba que cuando se presentará fuera tratado mal pero no pensó que Mirio la pasaría igual, por lo que él ahora era quién debía sonreír y traerle ánimos al rubio porque esta era la primera vez que veía su sol apagado.

La mañana del sábado estaba completamente tranquila, pero a pesar de ser temprano se escuchaba como llamaban a la puerta de una pequeña casa, al abrir la puerta el señor Togata pudo ver a Tamaki.

–Buenos días señor - dijo mientras empezaba a quitarse los zapatos para pasar a la casa.

–Buenos días Tamaki - comento el mayor dejando pasar al azabache y cerrando la puerta después de que esté pasara - Mirio sigue dormido, ¿podrias ir a despertarlo por favor? - volteo a ver al chico regalandole una sonrisa y empezo a caminar hacia la cocina.

Asintió caminando hacia el ya conocido cuarto, abrió la puerta y muy despacio se acercó a la cama, cuando estuvo a una distancia muy cercana se percató de lo sereno que lucía el rubio, sus ojos cerrados de manera suave, su respiración calmada, tenía los labios ligeramente abiertos y un pequeño tono rosado adornaba sus mejillas, además de que su cabello estaba suelto y algunos mechones caían sobre su rostro, parecía un ángel. El corazon del azabache empezaba a latir con mucha más fuerza, y sin poder apartar la vista, acerco su mano y empezó a acomodar los rubios y finos mechones de cabello mientras sus dedos pasaban rozando suavemente las mejillas de Mirio, hasta que sintió como el más joven empezaba a moverse.

– mmmm, ¿Qué sucede? - cuando abrió sus ojos  vio al azabache junto a el, sin querer levantarse lo jalo y se acostó en su pecho, escuchando los latidos del corazón - quédate aquí conmigo. Tengo sueño.

– pe~pero, tu papá me mandó a despertarte- el chico estaba sonrojado , casi era descubierto mirándolo, apesar de ser amigos ya por algunos años no tenía el valor de confesar lo que había descubierto, se había enamorado de aquel hermoso chico que le había cambiado la vida, aquel chico que brillaba como el mismo sol, aquel con el cual tenía tantos recuerdos lindos y el mismo que ahora se encontraba acurrucado en su pecho.

– Por favor Tamaki, tengo sueño, quedemos así otro rato -  sin abrir los ojos se aferró más fuerte al chico de orbes oscuras, dejándose embriagar por el perfume de su amigo y relajándose al compaz de los latidos.

– está bien dormilón, pero si tú papá nos regaña será tu culpa- comento mientras sonreía aunque el rubio no pudiera verlo y empezó a pasar sus dedos por las hebras de pelo dorado.

Los dos estuvieron así durante una hora más, sin que nada ni nadie pudiera dañar ese hermoso momento, dónde los dos corazones daban pequeñas muestras de afecto y latian en la misma sintonía. Cuando el padre del ojiazul entro al cuarto pudo ver como  estaban profundamente dormidos mientras entrelazaban sus manos, el sabía que ellos dos serían una gran pareja pero  también tenían que descubrirlo ellos dos, el señor decidio dejarlos solos, por lo que cerró la puerta con cuidado.

Un rato después el joven rubio empezaba a abrir sus ojos mientras intentaba enfocar las cosas, sentía que estaba en un lugar cómodo y calentito además de parecerle seguro y al voltear vio que estaba en los brazos de su mejor amigo el cual seguía durmiendo, Mirio sonrío pues sentía que todos los sucesos de la semana desaparecían, estaba en su lugar seguro aunque no lo diría en voz alta. Mientras seguía acostado en esa pocision su mente empezaba a formularse una y mil preguntas más pues su vida dió un giro de 360° en dos semanas, el estaba preparado para ser un alfa o un beta la verdad no le importaba, sabía que muchos chicos y chicas lo querían  pero el solo tenía ojos para una persona, una maravillosa persona con la cual quería pasar toda su vida y cumplir sus sueños, quería seguir siendo su apoyo y que este a su vez fuera el de él, pero ahora no sabía que pasaría, estaba asustado pues no sabía si lo amaría de la misma forma en estás circunstancias, no sabía si lo aceptarían o simplemente tendría que cambiar, por primera vez tenía miedo del mundo y que dirían pues lo que menos deseaba es que su amor sufriera por su culpa. A él no le importaba ser un omega aunque todo esto fuera difícil, pues de un momento a otro paso de ser alguien buscado a simplemente ser ignorado y menospreciado, todos le decían lo mismo que su sueño se había ido por la borda y que dejará de soñar, pero el no planeaba rendirse tan fácil pues tenía personas que lo apoyaban.

Planes del destino~ Tamamiri/ omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora