Capítulo 4. En manos de Zultán

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Comencé a buscar a ver dónde había caído nuestra nave y vi una hilera de humo salir más allá de los animales, corrí  a ese lugar. Entre el manojo de metal conseguí a Kiara y a Ruaira; desactivadas, estaban desmayadas; hipotéticamente. Las reactive y de inmediato comenzaron a revisarme, buscaban alguna lesión en mi.

_ Que bueno que no te pasó mayores.

_ Observen el valle_ Les dije. Al ver las manadas de animales moverse al río quedaron pasmadas.

_ Es imposible_ Dijo Ruaira.

Luego comenzamos a oír sonidos metálicos procedentes del cielo, eran naves del enemigo, nos habían perseguido hasta ahí. Cientos de arañas robots son arrojadas y caen sobre nosotros. Yo luché como pude, no tenía armamento alguno por eso usé mis manos, mis pies, lo bueno de estos robots arañas es que se destruyen rápido, lo malo es que son demasiados y no puedes con tantos. Ya me tenían inmóvil. Kiara y Ruaira no lucharon porque no estaban programadas para atacar. Pude ver que un robot se acercaba a mí y dice:

_ Te tenemos pequeño bribón. Pensaste que no te atraparíamos después de todo el daño que causaste? Zultán disfrutará mucho torturandote.

_ No se de que hablan. Se han equivocado_ Dije, pero de nada sirvió mi queja ya que recibí un golpe en la cabeza con la culata del arma que tenía el robot. No me desmayé, sólo quedé un poco atontado. Pude ver cuándo desactivaron a mis androides.
Me subieron en una nave sin conductor; era autónoma. Volamos muy alto, casi casi rozando las nubes electrificadas, eran varias naves alrededor.
Me llevaban directo al CCR, qué triste me atraparan tan rápido, no me dio tiempo de averiguar si habían más personas vagando por la tierra.
El radio de la nave se enciende y pude por una conversación de un robot equis, con Zultán: el jefe de los robots.

_ Señor, ya fue recuperado el control del cuartel en Rumanía.

_ Eso me trranquiliza_ Respondió el tal Zultán con su acento ruso-español marcado. 

_ Y no se preocupe, el último humano que causó ese desorden lo hemos capturado y lo llevamos ante su presencia.

_ ¡Que bueno! Porrr fin descansarrré de esas crrriaturrras.

La conexión se apagó. Me levanté ya que me encontraba sólo y pude ver que ya sobrevolaban el CCR. Realmente eran unas edificaciones gigantescas, daban mucho miedo.

Aterrizamos. Entramos en un lugar lleno de naves, naves que salían y otras estaban estacionadas. Me sacaron de la nave y me llevaron al interior de la edificación. Sentía como un hilo de sangre que antes fluía por mi frente, ahora estaba seco en ella.

_ Verás a Zultán_ Me dijo un robot de los Aterradores.

Entramos en un ascensor que en vez de subir, bajó como treinta pisos hasta llegar a donde estaría el robot líder. Al entrar lo ví, estaba de espalda, tenía una túnica escarlata y una espada en su cintura.

_ Me haz causado muchos dolorres de cirrcuitos. Has entorrpecido mis planes_ Volteó a verme y agregó_ Erres solo un niño.

_ Tengo 15 años para serte claro. Por lo que no soy un niño sino un adolescente.

_ Erres una pequeña crriaturra humana_ Dijo acercando su cara a mí con motivos de intimidarme.

_ No te tengo miedo.

Me observó. Dió unas carcajadas y agregó:

_ No puedo crreerr que un niño se convirrtierra en nuestrro némesis todo este tiempo. ¡Encierrrrenlo! Luego verré que hacerr con él.

Me llevaron a unas prisiones subterráneas, sí, más subterráneas, me lanzaron en el suelo. Olía a muerte, un olor putrefacto impregnaba el lugar. Me encerraron, sólo una moribunda antorcha iluminaba esa oscuridad. Entonces frente a mí celda, en la celda de al frente,  algo llamó mi atención. Brillaban unos ojos grandes y amarillos, me asustaba verlos, y al mismo tiempo, quería verlos más...

Kenasenick. El último humanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora