[LEVI Y TÚ] Nuestro momento #2

30. Separación

Siento mucho frío, no sé cuánto tiempo llevo encerrada, pero parece una eternidad.

Estoy en un cuarto, con un techo altísimo, aunque no es muy ancho, está hecho de lo que parece metal, las paredes tienen distintos agujeros donde hay una especie de lanzas. Supongo que las usarán contra mi.

Del techo caen unas cadenas, me colgaron en ellas los primeros días, cuando aún tenía fuerza para resistirme ¿pero ahora...?

Hay una puerta, que necesitan abrir entre tres de lo pesada y gruesa que es, en ella hay una pequeña rendija que suelen abrir cuando quieren vigilarme. A veces, escucho voces que proceden de otra sala, pero recorren la habitación donde estoy con mucho eco.

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo y me estremezco, evito las paredes, están frías y a mi me han dejado en ropa interior.

Reviso mis brazos, mi cuerpo, está todo destrozado, las primeras heridas que me hicieron ya están empezando a cicatrizar, aunque mi piel está sucia con sangre ya seca. Están experimentando conmigo, pero se divierten, esto es una tortura.

-¿Ya te has despertado?- otra vez esa voz... el soldado que dirige al resto.

Me sorprende escuchar eso, pensaba que llevaba todo el rato despierta... ¿cuánto tiempo debe haber pasado?

La puerta se abre y entran seis soldados con sonrisas siniestras

-Al parecer ya no nos puedes ofrecer nada más así que este es tu final.

No tengo apenas fuerzas para mantener mis ojos abiertos, pero logro levantarme y colocarme en posición de defensa

-Creo... que eso lo... lo voy a decidir yo- logro murmurar con una voz rota.

-Tu insistencia es admirable, pero mírate, no puedes ni tenderte en pie- al decir eso las piernas me tiemblan y caigo contra el duro suelo, aún así no bajo la mirada, miro a los ojos de ese monstruo.

Dos soldados se acercan y me atan en las esposas que cuelgan del techo, intento zafarme varias veces, pero mi cuerpo responde lentamente a mis órdenes.

Cuando ya me tienen colgando del techo veo como el soldado que lleva el mando dirige una mirada a sus compañeros los cuales se dirigen a la puerta y la sujetan, al parecer de están preparados para cerrarla.

-Si te soy sincero es una lástima-el señor saca de un estuche una jeringa, la reconozco, el suero de titán-matarte nos traería problemas futuros, pero convertirte en titán, para toda la eternidad, nos aseguraría que no vuelva a nacer ninguna chica pelirroja.

-Espera...-logro susurrar- no lo hagas.

Aún tengo que hacer tantas cosas, un poder como el mío no debería extinguirse.

-Te lo digo seriamente-continúa el hombre que ya tiene el suero preparado- una belleza como la tuya se desperdiciará en un titán. Pero bueno, ante todo eres un demonio.

-Espera... espera...

-Comandante-me interrumpe un soldado- está pasando algo fuera.

-Entonces tendremos que acabar con esto pronto-al decir eso, el señor me inyecta el suero y sale rápidamente de la sala, acto seguido cierran la puerta y vuelvo a estar rodeada de silencio y oscuridad.

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo, es una sensación nueva pero a la vez conocida. Un par de imágenes empiezan a recorrer mi mente ¿cosas que he vivido?

Pierdo el conocimiento y me encuentro en el desierto, delante de mí se encuentra la niña que me había estado siguiendo años atrás en mis sueños.

-Os habéis separado-oigo una voz, pero no sé muy bien de dónde procede.

-¿Cómo?-pregunto mirando a mi alrededor.

-Esta es la definitiva, eres libre ___

Abro los ojos y me encuentro otra vez en esa sala fría.

El silencio se rompe por un sonido metálico levanto la vista del suelo y veo como una de las lanzas ha empezado a sobresalir del agujero.

Cuando esa lanza me alcance me convertiré en un titán. Yo... no volveré a ver a Levi. Una idea fugaz pasa por mi mente, al menos desapareceré siendo yo misma. ¿Por qué ahora?

Una de las lanzas sale despedida y atraviesa mi muslo, duele, mucho, cierro los ojos esperando la transformación. Lo único que escucho es el sonido de mi sangre al derramarse contra el frío suelo.

Otro sonido metálico, abro los ojos, estoy perdiendo la vista, lo veo todo borroso, pero logro vislumbrar que otra de las lanzas se está preparando para impactar contra mi, supongo que quieren que me transforme rápidamente...

Cierro los ojos con fuerza, pero el segundo impacto nunca llega, en su lugar escucho un estruendo, aquí nunca habían llegado los sonidos de fuera.

La puerta empieza a abrirse, dirijo mi mirada hacia esta, aunque no pueda ver con claridad.

-Desatadla, ya-esa voz...

Dos personas se colocan a mi lado y por un momento se quedan paralizados a mi lado.

-Le sale humo de las heridas-oigo decir a uno.

-Pero...

-¡Desatadla!-vuelve a insistir esa voz que creo reconocer- Luego nos encargaremos de los pequeños detalles.

Una vez me bajan, me sujetan con sumo cuidado

-Alguien tiene que quitarle la lanza, no podemos llevárnosla así.

-Ya me encargo yo, de todos modos, parece que la herida sanará por si sola.

Uno de los soldados coloca sobre mi cuerpo una prenda de ropa y me enrolla en ella haciendo que el frío que siento disminuya.

Consiguen sacarme la lanza con suma rapidez, del dolor casi pierdo la consciencia, pero consigo estar medianamente lúcida.

-Levi-logro decir entre lágrimas.

Cuando digo eso siento como me abraza con suma ternura.

-Volvemos a casa-murmura- Jean, cógela, aseguraos de que su cabeza está cubierta en todo momento. Yo os facilitaré la huida. Nos vemos en la isla.

-A sus órdenes.

Jean me carga en su espalda tratando de no hacer movimientos bruscos, una vez me sujeta correctamente abro los ojos, me encuentro con Levi el cual me mira con cierta ternura, aunque reconozco el miedo en sus ojos. Los soldados están hablando entre ellos pero yo ya estoy perdiendo el conocimiento.

-Por favor, cuidad bien de ella y que no os pase nada a vosotros.

-Capitán, no hable como si se tratara de una despedida- dice Jean-en unas horas nos encontraremos todos en la isla y nos tocará escuchar las broncas de esta chica.

Noto como alguien posa su mano en mi cabello afectuosamente y a la vez lo cubre con algo, ante ese gesto quedo sumida en oscuridad.
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