Capítulo II: Una Ayuda Inesperada.

204 19 4
                                    

24 de Julio de 5739.

"¿Qué clase de nombre es Joe?", preguntó Senku con un gesto de superioridad en la cara.

"Hay un río cerca, Senku. No presiones tu suerte", amenazó mientras se llevaba un dedo al cuello para simular que lo cortaba.

El día era tranquilo, si se ignoraba el sonido de dos jóvenes adultos discutiendo como si de niños se tratara, perfecto para ir a nadar y buscar mineral en el lecho del río. Mineral que sería utilizado en un plan ambicioso y revolucionario para traer de vuelta la medicina moderna al mundo de piedra.

En preparación para el día, Kohaku había solicitado amablemente, y a punta de lanza, a su padre que recogiera el agua termal necesaria para el tratamiento de su hermana.

"¿Vas a responder la pregunta? ¿O eres una gallina, McFly?"

"Buena referencia. Pensé que eras el típico nerd que apenas y tiene tiempo para divertirse", respondió dándole un pulgar en alto. "Joe, es solo un apodo, no mi nombre real. Para ser un genio a veces pareces un idiota, ¿lo sabías?"

"Solo por eso te mereces trabajar un par de horas más que el resto."

Kohaku giró los ojos por enésima vez en el día. Al parecer, los hombres de hace 3700 años eran todos unos niños. Dándole un vistazo a Chrome, que no dejaba de reír por la interacción, cambió de pensamiento. Todos los hombres parecían ser unos niños despreocupados.

"Ya que insistes, mi nombre real es Joseph. ¿Contento?", respondió quejándose por la insistencia de su compañero.

"Cualquier cosa es mejor que llamarse Joe", respondió riendo mientras se picaba la oreja.

Chrome dejó de reír para poder resolver la duda que lo asaltaba desde que los dos contemporáneos comenzaron a discutir. "¿Los nombres tienen significado?"

Joe miró incrédulo a Chrome, pensando que Senku era un idiota por no responder todas las dudas del muchacho durante su conversación sobre el mundo moderno. Por otro lado, era reconfortante ver el rostro de inocencia pura de Chrome, como si fuera el de un niño preguntando por qué el pasto era de color verde.

"En teoría, los nombres deben significar algo, Chrome. O al menos deben tener un origen. A menos que te llames Senku, ahí no hay perdón de Dios."

El científico ignoró el golpe bajo y continuó caminando.

Chrome se giró para observar al par con ojos que traicionaban su emoción. "¿Qué significa mi nombre?"

"Cromo", respondieron a la vez.

"Tu nombre literalmente significa Cromo, uno de los tantos metales", dio una pausa breve. "Lo cual es extraño considerando que tu cultura apenas conoce algunos metales." Añadió Senku con indiferencia.

Los ojos de Joe se abrieron enormemente como si fueran un par de platos. El hecho de que la aldea se encontrase en la era de piedra al nivel de los primeros ancestros humanos, pero nombrase a uno de sus miembros como un metal que a todas luces era desconocido para ellos era extraño, confuso y demasiado conveniente. No podía ocurrírsele nada para explicar tal situación. 

Nada excepto una idea descabellada; al menos una persona de su época debió haber despertado por sí misma, para fundar y transmitir el conocimiento conjunto de la humanidad.

"¿Y si Senku no fue el primero en despertarse por cuenta propia?", murmuró para sí mismo mientras la garganta se le secaba. "¿Acaso la humanidad ya había fracasado en su primer intento de reconstruir la civilización?"

Senku, notando la expresión de su contemporáneo, arqueó una ceja. Tal parecía que Joe sospechaba lo mismo que él. Había mucho más en el origen de la aldea de lo que parecía a simple vista. Para su naturaleza curiosa, eso no era más que excelentes noticias; estaba ansioso de descubrir los secretos de aquella extraña tribu.

Una Oportunidad InesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora