Capítulo VI: Homura

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05 de Septiembre de 5739

"¿Ha quedado claro, Homura? Gen partió hace 13 días y aún no hay noticias de él. No voy a tolerar otro error más. Deberás seguir sus pasos y rastrearlo; quiero saber su paradero y, si por alguna razón, sigue vivo, debes eliminarlo. Estoy más que seguro de que hay una aldea ahí fuera, y no hay dudas de que ha sido capturado. Si Gen Asagiri sigue vivo, significa que ha sido capturado y está siendo interrogado por información. Lo último que mi imperio puede permitirse es ser descubierto antes de tiempo."

Su interlocutor terminó su monólogo, levantándose del trono rocoso. Ciertamente, la diferencia de altura y su fuerza sin igual hubieran intimidado a cualquiera. ¿El problema? Ella no era una persona cualquiera, no.

El haber sido escogida por Hyoga para ser su mano derecha le había demostrado que poseía un destino particular. Sabía que no importaba la cantidad de amenazas que Tsukasa le lanzara con los ojos, ella estaba segura. Ser de las pocas personas con cerebro en el lugar le aseguraba eso. Además, Hyoga la protegería, no había duda de eso.

"Entiendo, Tsukasa, ese mentiroso arrogante no será ningún problema. Pero ¿debo matar a tu amiguito, también?"

Preguntó con la mirada fija en el líder supremo de la comunidad.

"Si aún vive, deberás dejarlo solo; yo personalmente he de encargarme de él. Ahora ve y regresa con buenas noticias."

Asintió con desgano, saliendo de la cueva que fungía como palacio improvisado y centro del poder del imperio. De un salto aterrizó en una rama, haciendo gala de su habilidad gimnástica. Pronto se acercó a los límites del imperio, dando un último vistazo bufó molesta; realmente odiaba obedecer las órdenes de aquel idiota arrogante.

De no ser por Hyoga y su orden de mantener el perfil bajo hasta el momento indicado, ya le hubiera cortado el cuello de par en par. No merecía el liderazgo, su obsesión y megalomanía la hacían querer vomitar.

Solo su adorado Hyoga merecía tal honor. Estaba dispuesta a todo por lograr dicho objetivo, incluso si debía morir para asegurar que fuera el nuevo gobernante lo haría rápidamente y sin chistar.

Un crujido sonó bajo sus pies. Otra rama, otro paso menos para finalizar su misión.

Por un segundo su mente la tentó con la imagen de su lanza atravesando el pecho del misterioso científico; un golpe duro y certero a las ambiciones del autodenominado gorila más fuerte. Pensó mientras sonreía levemente.

Rápidamente descartó la idea, considerándola un simple deseo inconsciente. Un solo hombre era insignificante en el gran esquema de las cosas. La vida de cientos no podía ser influenciada solo por las acciones de un único individuo, por muy poderoso o inteligente que fuera.

Una creencia que meses después descubriría errónea.

—----------------UNA OPORTUNIDAD INESPERADA—---------------

11 de Septiembre de 5739.

Ver a Kaseki trabajar siempre generaba una impresión sin paralelos en la mente de Joe. El anciano parecía más un enano de las historias fantásticas que un humano como él y los demás, duro como la roca y con una proficiencia en el trabajo en la forja que podría haber hecho sentirse avergonzado a cualquier herrero moderno, eso sin dudas.

Un abuelo super musculoso con una habilidad sobrehumana para crear cosas era realmente necesario si el reino científico quería avanzar tecnológicamente en la próxima década.

Los 4 días enteros que habían pasado, solamente dedicados a recoger arena y desperdiciarla en bolas incandescentes de pseudo vidrio, eran ejemplo de la ineptitud del grupo. La noche del tercer día, juró haber oído a Ginro, quien trató de convencer a Gen y Chrome de saltar desde el puente con rocas atadas a los pies para huir del trabajo.

Una Oportunidad InesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora