Capitulo 4: Algo anda mal, Parte 2

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Capitulo 4: Algo anda mal, Parte 2

Lesath

La niña a mis pies gemía de dolor, sabía por experiencia que entrar en la mente de las personas era algo doloroso sino se hacía con cuidado. Con cuidado de no agrandar su sufrimiento tocando su ensangrentada espalda, espose a la escuálida niña.

General, ¿que rayos ha pasado?, se ha corrido la voz que Becrux ha muerto - dijo Hadar que acaba de llegar corriendo de donde fuera que hubiere estado.

Creeme que ni yo se bien que ha pasado, lo único de lo que estoy seguro es que ella - dije señalando a la niña - tiene algo que ver. -

¿Una esclava? - pregunto Hadar.

Lo se, ni yo me lo creo - dije suspirando - encárgate de ella, que alguien le cure las heridas de la espalda y que le den un sedante, mi magia no durará mucho en ella y no quiero tener mas sorpresas esta noche -

Hadar cumplió mis ordenes de inmediato, mientras yo me dirigía de nuevo al salón principal.

¿De que me he perdido? - pregunte al aire.

General a sido una locura- dijo un guardia con voz agitada - tratamos de neutralizar al gobernante y matar al soldado, pero no se podía, no importaba cuantas veces le clavaramos nuestras espadas el soldado seguía luchando, lo mismo pasó con el Gobernante, y poco antes de que usted llegara, ambos se desplomaron como si nada hubiera pasado, llamamos inmediatamente a un doctor - dijo señalando a un viejo señor que estaba atendiendo algunos soldados heridos - pero ya no se podía hacer nada ambos están muertos General .-

"Mierda" pensé, solo quería un viaje tranquilo. Suspire.

Da el pésame a la Casa de Crux Australis y manda a llamar a Gacrux, será el nuevo Gobernante de Andrómeda, que venga lo antes posible. -

Sí Señor - contestó obedientemente obedientemente el soldado.

Que alguien limpie este desastre y prepare el velorio para el Gobernante, no se olviden de notificar a la familia del soldado sobre su muerte, mañana será el anuncio de la muerte del Gobernante de Andrómeda, hasta ese entonces ni una palabra fuera de las paredes de la Casa ¿entendido? - pregunte con voz de mando a los presentes en la sala.

Si General - se escuchó por parte de los soldados como de los sirvientes.


Para cuando salí de la Sala Principal, sabía que esa noche no dormiría, solo tenía hasta el día siguiente para poder saber qué rayos había pasado y poder hacer los informes pertinentes.

Cuando baje a los calabozos encontré a la niña siendo atendida por el médico, al parecer aun no se había ido el efecto de mi magia porque seguía consciente pero sin poder moverse.

Doctor - dije a modo de saludo, anunciando mi presencia en el lugar.

Perdóneme mi General me falta poco para terminar - contestó el médico.

Tómese su tiempo - conteste mientras jalaba una silla y me sentaba frente a la niña que aun lloraba.

El Doctor no tardó en terminar su tarea, para luego retirarse de los calabozos. La niña se encontraba recostada boca abajo sobre una mesa de madera con las manos y los pies encadenados, temblaba como un manojo de nervios y de cierto modo me compadecí de ella, aunque eso no quitará sus actos cometidos esta noche.

¿Cómo te llamas? - pregunte algo simple para comenzar con el interrogatorio.

La niña levantó la mirada y enfocó su vista en mí.

Qué importa, si igual voy a morir - contestó en apenas un susurro

Todos morimos algun dia, depende de ti ahora, que sea tarde o temprano -

No sabía si este método iba a funcionar, pero era menos invasivo que solamente hurgar en su mente, y también menos cansado.

Leila - contestó la niña.

Bonito nombre Leila, ¿sabes? Ha sido una noche confusa, no solo para mi, sino para todos en la Casa de Becrux ¿no crees? - pregunté suavemente.

Ha sido una noche de mierda si me lo preguntas - contestó la niña, con un vocabulario que me sorprendió.

¿Por qué exactamente? -

Porque debería estar en este mismo momento libre -

¿Así que intentabas escapar Leila? -

Pensé que era obvio - contestó de forma soez.

Cuéntame tu historia Leila y tal vez te de una segunda oportunidad - dije armándome de paciencia.

No tengo ánimos de gastar saliva, al fin de cuentas soy la mejor opción para culpar, la niña que enloqueció y mató al Gobernante -

Suspiré, sabía que no la iba a poder hacer cambiar de opinión, pero de igual forma necesitaba saber su historia. Me levanté de mi sitio y me posicione sobre la cabeza de la niña colocando ambas manos sobre sus sienes. Cuando los recuerdos de la niña me invadieron y el grito de ella retumbó por toda el calabozo, supe que en definitiva iba a ser una noche larga.

Portadora de la Muerte - Tierras SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora