Freak'n You

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Era muy raro que un dios fuese el único que se encargase de un ámbito, aunque hubiese alguien principal había siempre un par de ellos más para la función, los humanos preferían tener a varios dioses a los que acudir por cubrirse las espaldas en caso de caer mal o que el dios en concreto no estuviese muy por la labor. En el caso del matrimonio, si bien había algunos como Himeneo, la principal sin duda era Hera.

Normalmente un matrimonio fallido podría verse casi como un insulto a ella misma pero en ese mismo momento, con su propio hijo de sus entrañas fugado de un matrimonio, se la veía muy relajada y no solamente porque tuviese en ese momento a Hebe a su lado sin dejarle ver el fondo de la copa en ningún momento. Estaba relajada de una manera que era demasiado evidente que, si no tenía algo que ver directamente, al menos sabía que eso iba a pasar.

Al estar los Tres Reyes del Cosmos en la zona se suponía que ellos deberían hacerse cargo de la situación. Dado que Hades estaba bastante seguro de que los fugados no iban a estar en el Inframundo se encontraba en una de las lujosas tiendas que habían montado para la fiesta ayudando a Hestia a tratar de calmar a Deméter y de paso vigilar que Hera no se riese demasiado fuerte y no acabasen mal, no creían que a puñetazos, pero nunca se sabía. Zeus había intentado interrogarla pero, tras mandarlo a la mierda en privado y jurar por la Estigia que de verdad no sabía donde se encontraban, no habían podido obtener nada más en claro de ella salvo que encontraba toda la situación divertidísima.  

Hebe se repartía entre tener cuidado de que su madre no acabase por liarla cabreando a nadie más de la cuenta y llenar los vasos de los demás dioses para mantenerlos ocupados. Ella también sabía que eso iba a acabar pasando, puede que los demás no le prestasen demasiada atención pero como copera acababa por enterarse de todo. Además, es que no le hacía falta ni la información que cosechaba cuando nadie atendía, cualquier asistente con un poco de seso debería haber sabido que eso iba a pasar en el momento en el que Afrodita había llegado. No se le pueden arrebatar una pareja a la diosa del amor, lo veía como construir en el cauce de un arroyo seco y luego sorprenderse porque al llover el agua se llevaba las construcciones.

Antes de rellenarle la copa a Perséfone la miró sin saber si darle unas palabras de apoyo, pero se sorprendió al ver que de hecho, parecía aliviada más que traicionada o triste. Tampoco era algo que le acabase resultando extraño tal y como miraba de vez en cuando a Hades. Quizás su hermano no era discreto pero su hasta hace un rato prometida no es que estuviese disimulando demasiado su interés. Quizás hasta podían aprovechar un poco todo lo montado y hacer otra boda, no tenía demasiadas ganas de montar otro jaleo similar con su madre. Su madre que supuestamente estaba consolando a Deméter en ese momento aguantándose la risa a duras penas, no sabía si rellenarle más la copa o directamente no acercarse más en un buen rato. 

Lo mejor era acercarse, pero para sacarla a que tomase un poco el aire. Viendo las intenciones que llevaba Deméter decidió ayudar, ya seguirían peleando luego, ahora no quería a una Hera muy borracha y con ánimos de regodearse cerca de su querida y recién abandonada hija. Ya encontraría a Ares y le haría pagar, ya.

De golpe solamente quedaron Hades y Perséfone (más un puñado de ninfas que no se atrevían a acercarse demasiado al dios del Inframundo) en el lugar.

-Encontraran a Ares -le dijo sin saber muy bien que necesitaba en ese momento.

-No lo dudo -le respondió ella- es ruidoso y bullicioso. Otra cosa es que yo tenga alguna gana de que lo encuentren para mi. Si puedo ser sincera en este momento agradezco a Afrodita por sus nobles servicios más que enfadarme por la pérdida del que iba a ser mi esposo.

Hades se quedó mirándola mientras alzaba una ceja, no sorprendido tanto por los sentimientos de la diosa como por la franqueza con los que los estaba expresando.

-No veo por aquí a Eros con sus flechas de plomo, estoy francamente sorprendido por tan duras palabras -le contestó en un tono con más sorna de la que esperaba soltar en un principio- ¿Puedo preguntar por esa falta de interés en el enlace?

Ella le indicó que se sentase, en parte por tener la excusa para tenerlo más cerca y en parte porque le estaba empezando a doler el cuello de mirar hacia arriba mientras le hablaba. 

-Me profetizaron algo de niña y he estado un poco obsesionada con eso y pensaba que Ares era el regalo... Tampoco es que mi madre me dejase ver mucho más mundo para poder pensar una cosa, hay que reconocerle que fue bastante hábil para saltar todas las protecciones de mi madre.

-A Ares siempre se la ha dado bien entrar en sitios, sí -miró fijamente a las ninfas que se habían atrevido a acercarse un poco, se les pasó el atrevimiento y volvieron a dar marcha atrás- ¿Puedo preguntar por la profecía?

Perséfone suspiró y luego lanzó una carcajada incrédula, él la miró unos instantes antes de acompañarla en su risa entendiendo por donde iba la cosa.

-Me llamo Perséfone, señor rey del Inframundo. A veces los oráculos no son tan sutiles como se creen, me temo, otras directamente es que no quieren serlo -no hacía falta aclarar mucho más de lo que ya lo habían hecho al nombrarla- Mi madre tiene que estar al borde de volver con Hera y los demás no tardaran mucho.

No tuvieron que hablar ni una palabra más. Hades extendió la mano hacia ella y la aceptó con gracia y una risita feliz. En un momento, antes de que las ninfas tuvieran tiempo para reaccionar de ninguna manera -tampoco es que pudieran haber hecho mucho contra el poderoso y temible Hades- el Bidente se manifestó en la mano del soberano. 

El sonido fue mucho menos atronador de lo que lo había sido la entrada, pero una puerta directa al Inframundo nunca era insonora del todo. Para cuando los demás dioses entraron corriendo ya no estaba ninguno de los dos. 

Deméter escuchó aterrorizada de boca de las ninfas como Hades se había llevado con él a su querida hija, a la dulce Perséfone. 





Feliz día de Sam Va Lentín! Sé que no es mucho pero dejo este regalo que además es... El penúltimo capitulo ya. El siguiente es el final. Sé que para la gente que estaba en Escondida esto ha sido lento y raro, pero como este año. No voy a mentir, estoy terminándola por no dejarla descolgada más que por terminarla realmente, siento que ya había contado todo lo que tenía que contar y he ido perdiendo fuelle y otros proyectos me han ido llamando más la atención, por no hablar del poco seguimiento que ha tenido, osea que se fue arrinconando hasta que a veces incluso olvidaba que existía. Pero espero que al menos el capitulo guste. Nos vemos en el siguiente y final.



Mi gran y divina boda griegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora