Y después de no sé cuanto tiempo ha sido, pero sé que bastante, volvemos. Quienes lean Escondida sabrán que se ha debido al mini retorno final que ha tenido, quienes no les aconsejo que vayan a hacerlo, den a like y comenten. También es cierto que últimamente no he andando muy inspirada y, como he dicho muchas veces, el apoyo me ayuda a escribir más o menos y esto no tiene demasiado. Si os gusta hacedmelo saber, ayuda mucho.
Si Deméter supiera lo que estaba pensando en ese momento estaba seguro de que si en verdad no lo odiaba no tardaría en hacerlo. Estaba intentando poner paz, pero su atención estaba un poco más lejos, aunque no demasiado. Le daban ganas de preguntarle a Afrodita si necesitaba un traje hecho de joyería para recuperar a su amante, pues aunque sus intenciones eran parecidas a las de Deméter iban más allá de las de una madre preocupada.
Venía de mantener relaciones carnales con la mismísima diosa del sexo hasta quedar completamente satisfecho, podría tener a Afrodita acostada en su regazo en ese momento y sinceramente le pediría que se apartase, pues no le apetecía. Pero la sola visión de la diosa de la Primavera le había encendido la sangre y de golpe comprendió como se sentía el mundo al revivir. Sabía que no tenía sentido nada de lo que estaba sintiendo, pero al mirarla a los ojos se había sentido comprendido.
No era pura lujuria como había sentido otras veces que era como el hambre, que podía ser saciada; era algo que iba más allá, no entendía de donde venía que sentía como si pudiese dejar su vida y su reino en sus preciosas manos sin un atisbo de duda. Había sido un sentimiento en parte abrumador, pero lejos de dejarlo aturdido lo dejo increíblemente feliz y despejado, nada de atontamiento. Su mente estaba trabajando a toda máquina con la resolución de quien se siente seguro de algo.
Debía de asegurarse primero de que lo que había sentido fuese reciproco, aunque en ese momento estaba bastante seguro de ello. Pocas veces se había sentido tan seguro de que alguien estaba atraído por él, mas no quería que su ferviente deseo por ella nublase su percepción y acabase forzándola sino físicamente de otra manera. Era un rey, la presión que podía ejercer sin querer era demasiada, así que le gustaba sondear el terreno bien. El desequilibrio de poder siempre jugaba a su favor, y no le gustaba ir con tantas ventajas en el amor.
De momento se mezclaría con los demás en la fiesta, eso era mejor que quedarse apartado, pues llamaba más la atención. Llevaba mucho tiempo sin socializar con los demás, no es odiase hacerlo no mucho menos, solamente que no era tan extrovertido como parecían serlo todos y también era una persona muy ocupada. Le caían bien y se divertía con ellos, siempre y cuando dosificase el tiempo que pasaba con los demás dioses. En parte agradecía que Zeus creyese que le había engañado al quedarse con los cielos y no tener que soportar los dramas ajenos.
Los dioses del Inframundo sin ser precisamente tranquilos al menos solían ser más diligentes, lo cual a la larga le facilitaba la vida, podían ser problemáticos pero mantenían sus funciones. Que también era cierto que muchos de los dioses caóticos del Olimpo habían salido de la entrepierna de su hermano, pero no creía que realmente que fuese el rey del Olimpo o del Inframundo le hubiesen detenido demasiado para tener a una casta de hijos igual de larga, la única forma de detenerle habría sido darle el tratamiento con la hoz que recibió Urano.
Sus hijas no eran tan demandantes como los prole de su hermano. Desde que habían aprendido a valerse por si mismas no le pedían nada, ni siquiera alimento. Se lo daba, por supuesto, dado que el comer demasiada carne humana no le parecía un buen hábito, así que intentaba introducirles una dieta más variada. Por pequeños detalles como esos y el hecho de ser torturadoras expertas habían hecho pensar a muchos humanos que las Erineas eran monstruos terribles. Si supieran que a Tisifona aun le gustaba aun que la arropase por las noches después de un cuento y a Alecto le daban miedo los patos... Sus niñas seguían siendo niñas a pesar de todo.
Una de las cosas que tenía que averiguar sobre la hija de Deméter era como llevaría lo de aceptar hijas ajenas, pues aunque Ares tenía tantas amazonas que no era capaz de recordarlas a todas y tenía a toda la prole con Afrodita, pero no era la mismo. Vivían con él y ejercía la paternidad de forma activa. Se dio cuenta de que se estaba acelerando, ya estaba pensando en ella como madre cuando ni siquiera había ido más allá de besar su mano. Se dijo que tenía que respirar hondo y al menos dejar de diseñar su corona como reina y centrarse en pensamientos más cercanos.
Al cabo de un rato se dio cuenta de que quizás era más productivo pensar en la corona en vez de en lo más cercano que quería hacerle, pues tenía que hablar con Hestia y Atenea. Comenzaba a notar que desde otra parte Perséfone no le quitaba la mirada de encima, a veces sus miradas conectaban y le costaba centrarse de nuevo en la conversación. Por suerte Hestia era permisiva con los despistes de los demás y Atenea seguramente se había percatado, pero dada su rivalidad con Ares seguramente estaba disfrutando de la situación. Por una vez no le extrañaría que hasta les tejiese las sábanas para el tálamo.
Hablaban sobre aprovechamiento del calor, cosa que le resultaba especialmente irónico ahora que con su propio calor podría forjarse un escudo. No es que la pequeña diosa que se suponía debía de ser una sonrojada y casta novia ayudase mucho a bajar su estado, pues ya estaba seguro de que no eran imaginaciones suyas, se había movido erraticamente después de hablar con las diosas por todo el terreno y allí estaba ella siempre. Tenía que pensar que quería estar cerca o que había tenido un daño irreparable antes y tenía un problema grave de equilibrio, pues se había chocado accidentalmente y acabado encima de él ya cinco veces. Con la excusa de mantener el equilibrio podría jurar que la diosa ya le había tocado en más zonas de las permitidas en por lo menos tres ocasiones.
Pensó en que le dirían sus amigos. Luego recordó que eran peores que él para estas cosas y que la recomendación de Hécate sería "desnúdate y corre hacia ella con joyas" que no es que estuviera mal, pero carecía de la sutileza que a él le gustaba. Aunque no era una manera de hacer las cosas era una buena base para crear un plan. Esa noche había una fiesta y él era famoso por desaparecer de ellas.
Dado que parecía haber tomado la misión de seguirlo y había un encantador lago en los alrededores usaría la excusa del calor y la aglomeración para irse a dar un baño nocturno. Afrodita siempre decía que presentarse desnudo era una buena forma de llevar una posición ventajosa si se tenía un físico como el suyo, y si era bueno para la diosa del sexo suponía que tenía que ser bueno para la de la Primavera.
En el fondo era un buen plan con el que ganaban todos, desde luego él ganaba. Ella tendría una corona en la cabeza en vez de acompañar a un dios con ámbitos compartidos, estaba seguro de que cualquiera diría que eso era una mejora. Le ofrecía a cambio de ser su esposa ser su igual y así convertirse de golpe en una diosa con un poder que no podía ser comparado al de ninguna otra desde antes de la Titanomaquía.
Deméter no estaba contenta con Ares y Afrodita quería de vuelta a su amante, podía conseguirlo todo a la vez. Era rara la ocasión en la que todos salían de beneficiados como en esta. Bueno, tal vez no Ares, pero estaba seguro de que Afrodita sabría consolarlo y hacer que se olvidase, llevaban siglos juntos por algo. Estaba seguro de que ella estaría menos tiempo seduciéndolo de vuelta del que ella pasaría haciéndole pagar haber pensado en abandonarla. Dentro de poco tendría noticias de Hefesto quejándose de que su esposa y su hermano habían vuelto a la actividad habitual con la poca discreción que siempre les había caracterizado.
El plan estaba ya forjado y tras la supuesta de sol se vio dispuesto a empezar a moverse hacia el lago. Todo saldría perfecto, claro. O al menos así habría sido de no ser porque Perséfone no era la única diosa que le estaba siguiendo.
Sé que es corto y que ha pasado mucho tiempo, pero es que realmente esta historia no está teniendo mucho apoyo y la estoy dejando de lado porque no encuentro la motivación por ninguna parte. La acabaré porque no va a ser muy larga, eso seguro, osea que nadie se preocupe que tendrá un final.
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Mi gran y divina boda griega
FantasyNadie sabe como, pero Ares se coló en el reino de Deméter lo suficiente como para cortejar a su hija. Koré, obsesionada con la profecía de la que viene su nombre más que por el dios, acepta el matrimonio. Deméter no está nada conforme, pero sabiendo...