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Querido P:

Nunca me dejaste hacerte un regalo, pero tú me hiciste a mi varios. Demasiados.

Mientras tú no querías explicarme por qué yo era mi letra, yo te escribía relatos.

No, no eran relatos propiamente dichos.

Más bien jugaba con las palabras y a veces salían cosas interesantes, que te enseñaba.

Creo que en cierto modo, te fui gustando. Al menos, eso me parecía.

Tus ojos seguían mis relatos como una pluma sigue la forma de las letras.
Los demás solo miraban mi cuerpo, tú veías mi alma.

Querido PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora