𝐒𝐞𝐢𝐬

4.4K 411 306
                                    

—Así que… Mikasa Ackerman

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Así que… Mikasa Ackerman.

La de cabellos azabache miró por encima de su hombro al escuchar mi nombre. Me acerqué hasta llegar al asiento que se encontraba frente a ella.

—Sí, aún me cuesta acostumbrarme —murmuró mirando el vaso que sostenía— ¿Está bien si utilizo ese apellido?

—Es buena idea usarlo para desorientar, pero debo admitir que me hace recordar al inspector y ya puedo saborear la satisfacción de sacarlo de sus casillas —escuché una suave carcajada de su parte. Miró hacia otro lado, trataba de que nuestras miradas no se encontraran— Aún no confías en mí, ¿no es así?

Mikasa me miró sorprendida, como si en efecto le hubiese leído la mente, cuando aquel hecho se notaba a leguas.

—No te preocupes, lo entiendo —proseguí al no notar indicios de responder— no debe ser fácil.

—Nadie dijo que lo era —contestó mirándome al fin— pero la vida sigue, con dolor, pero sigue.

Asentí, la miré jugar con sus dedos, parecía nerviosa y, sobretodo, llena de duda. Ni siquiera se molestaba en darme una mirada falsa de confianza.

Mikasa Ackerman no era falsa, eso era lo que me agradaba de ella.

—¿Tienes miedo? —pregunté, obteniendo su atención de nuevo— del atraco, me refiero.

—¿Qué va a pasar si alguien comete un error? ¿Qué tal si alguien se mete en problemas a última hora y…?

Le interrumpí poniendo mi mano sobre la suya mientras le dedicaba una mirada seria y tranquila. Le miré a los ojos oscuros que poseía.

—Yo no los voy a abandonar. Es imposible entrar o salir de ahí, pero yo los voy a sacar.

—En las películas siempre dicen eso las personas que traicionan en última hora…

—Yo no soy como ellos, nunca seré como ellos —respondí al instante— dudo que lo entiendas ahora, pero soy como ustedes, algo nos conecta.

—¿Y cuándo lo entenderé, Anne? —preguntó con el ceño ligeramente fruncido.

—Tal vez un día de estos —apreté el agarre de nuestras manos— pero todo esto no servirá de nada y todo se irá al caño si no me das tu confianza…

Suspiró y se recargó en su asiento, mirando el suelo.

—¿Puedes confiar en mí, Mikasa? —me miró de nuevo— prometo no decepcionarte.

Solo bastó una mirada y una media sonrisa para entender su respuesta.

No tenía ni idea de por qué aquel recuerdo llegó tan repentinamente a mi mente.

𝐇𝐄𝐈𝐒𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora