𝐎𝐜𝐡𝐨 ᴾᵃʳᵗᵉ ᴵ

4K 377 422
                                    

—Buen día, querido; ¿Cómo estás? ¿Ya cenaste?—preguntó Anne con su irritable voz modificada desde el otro lado del teléfono

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Buen día, querido; ¿Cómo estás? ¿Ya cenaste?—preguntó Anne con su irritable voz modificada desde el otro lado del teléfono.

—¿Tú ya lo has hecho? Elige con cuidado tu platillo, podría ser tu última cena —respondí cruzándome de brazos.

—Hablas como si tuvieses la victoria asegurada cuando claramente no es así.

—¿Y qué te hace pensar eso? Tú eres quién termina subestimando al enemigo, ¿no es así, mocosa inútil?

—Ya extrañaba que me llamaras de esa manera —respondió con sarcasmo— en fin, te notifico que los rehenes están bien, han aprendido mucho de contabilidad gracias a mis compañeros y ya han cenado las pizzas que mandaron.

—Bien.

—Por último, mencionar que ya va ser hora del toque de queda. Nada de trampas, señor obsesión de la limpieza.

—Te di mi palabra.

—Bien, entonces hablamos mañana —suspiré agotado— buenas noches, cari.

Colgamos la llamada y sobé mis sienes. Nunca había tenido un caso como este, generalmente se rendían a las veinticuatro o cuarenta y ocho horas transcurridas, pero esto era diferente. Parecía todo minuciosamente planeado, se sabía todos los protocolos y datos que ahora estaban en nuestra contra. Y eso era lo que me dejaba sin dormir, ¿Cómo alguien puede tener un plan tan perfecto? ¿Cuándo nosotros podremos estar un paso adelante?

¿Por qué esa maldita mocosa no ha cometido ni un solo error?

—¿Irás con Petra? —preguntó Nifa, sacándome abruptamente de mis pensamientos.

—¿Por qué quieres saber eso? —me puse de pie con algo de fastidio.

—Solo pido que se cuiden, tanto tú como ella —arqueé una ceja, al notar mi confusión prosiguió— ¿no te has dado cuenta? Anne te conoce perfectamente, cada reacción, cada movimiento. Por Dios, incluso sabe de tu maldita obsesión de la limpieza, apuesto que ni siquiera Petra lo sabe.

Detuve en seco todo movimiento de mi parte al escuchar la última frase. Comencé a razonar con más calma la llamada de hace unos segundos.

«Señor obsesión de la limpieza». Ya había escuchado eso antes...

—¿Hablo con un amante de la limpieza?

—Señor obsesión de la limpieza, las mangas de su chaqueta se terminarán manchando y va a llorar.

¿Habría una posibilidad de que Petra...?

—Debo irme —mencioné secamente mientras tomaba mi chaqueta rápidamente y salía con prisa hacia mi auto.

———————
𝐄𝐥𝐥𝐚
———————

—Hackear un teléfono celular con solo enviar una fotografía, esta vez me sorprendiste —mencionó Erwin con una sonrisa de lado.

𝐇𝐄𝐈𝐒𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora