𝐃𝐢𝐞𝐳

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—Eren, escucha —le ordené a punto de un ataque de estrés— Necesito que me digas la verdad, esa maldita botella es nuestra condena

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—Eren, escucha —le ordené a punto de un ataque de estrés— Necesito que me digas la verdad, esa maldita botella es nuestra condena. Tiene huellas tuyas, mías y de Erwin. Ignoraré el hecho de que te embriagaste una noche antes del atraco, no habrá sanción, lo prometo.

El castaño se notaba nervioso jugando con sus dedos, se veía como un niño siendo regañado por su madre. La desesperación me carcomía.

—¿Dónde está esa jodida botella, Jaeger? —preguntó Erwin con voz tosca.

—En la habitación que compartía con Jean —confesó finalmente— bebimos y nos dio pereza bajar y tirarla en la bolsa de basura. Pensábamos tirarla en la mañana pero con las prisas se nos olvidó.

Me mordí mi mano hecha puño para reprimir un grito de enojo, el corazón comenzó a bombardear frenético. En especial al tomar en cuenta que la habitación de Jean y Eren es la primera de la segunda planta. Inhalé y exhalé antes de caer en pánico.

—Escuchen. Aún tenemos tiempo —comenté sin parar de caminar de un lugar a otro— Mañana en la mañana tendré una cita con Levi, si le cancelo ahora será sospechoso. Pediré que me deje en un lugar cercano con alguna excusa que me saque de la manga y eliminaré cualquier otra evidencia ¿De acuerdo?

Ambos asintieron, solté un suspiro.

•═•⊰❉⊱•═•

Me miré al espejo unos segundos para verificar si todo estaba bien con mi maquillaje. Examiné que mi delineado y mi labial fuesen agradables a la vista.

Mi celular vibró dando indicio de que recibió un mensaje, tomé el dispositivo y leí lo que aparecía en la pantalla.

«Estoy afuera».

Le contesté y guardé dicho aparato en mi bolso. Tomé el estuche con mis pupilentes y antes de abrirlo un recuerdo resonó en mi mente.

—No me lo tomes a mal, pero me gusta más el color verde —lo miré alzando una ceja— no sé, siento que estos te hacen ver más tú.

Suspiré y los guardé en la cosmetiquera nuevamente. Me miré al espejo esta vez para verificar mi ropa. Vestía una falda larga de color rosa pálido y una blusa blanca de manga larga, de esta manera, podía ocultar la vestimenta que traía abajo de aquellas prendas. Tomé mis últimas pertenencias y salí del departamento.

En la entrada del edificio se encontraba aquel característico automóvil oscuro. Levi bajó del vehículo para poder encontrarse conmigo.

—Hola —saludé con una sonrisa.

—Hola.

Nos acercamos el uno al otro para darnos un beso rápido. Me sonrió y abrió la puerta del coche para que pudiese entrar.

—Por cierto, hubo un cambio de planes —fruncí el ceño ligeramente— me pidieron ir a un lugar hace unos minutos, es una emergencia.

—¿En serio? ¿Todo está bien? —pregunté con algo de preocupación.

𝐇𝐄𝐈𝐒𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora