Infiltraciones

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- Horacio, tienes que empezar a avisarnos cuando vas a hacer este tipo de cosas - murmuraba Ford en su oído mientras lo llevaba al coche patrulla.
En respuesta, el agente encubierto sólo rió. Del otro lado, un joven rubio con abundante cabellera lo llamaba con un nombre que no era el suyo.
- ¡Tranquilo! - le contestó Horacio siendo empujado dentro del patrulla - sólo serán multas, es todo lo que saben hacer, ¡Llámame cuando salgas! - terminó con la puerta cerrándose en su cara.
Una vez dentro del vehículo, el agente se inclinó hacia atrás, acomodando sus manos esposadas detrás de su cabeza. El sheriff miró por el espejo retrovisor y resopló.
- Te ves muy cómodo ahí atrás - le dijo con sarcasmo.
- Bueno - rió en respuesta - no es la primera vez que me llevas a la comisaría del norte -
- Oh no, no. Tu hoy serás problema de la comisaría del sur, tus amiguitos irán a la del norte, así que empieza a pensar en explicaciones para el comisario - le aclaró.
Horacio instintivamente se tensó en el asiento trasero y volvió a poner las manos en su regazo, no habían vuelto hablar desde la última vez en la sede del FBI, si bien se habían arreglado, las cosas habían terminado algo incómodas ese día, tan solo le había dicho que iba a trabajar el caso con los sheriffs, pero por alguna razón se sintió un poco más personal.
El viaje pasó en silencio, los ánimos de fastidiar al otro se disiparon de inmediato, y el estómago de Horacio se comenzó a revolver, no estaba seguro de la razón, su única conclusión era que los recuerdos de haber sido insultado más de una vez por su comportamiento temerario e insensato hacían ruido en su cabeza.
Llegando a su destino, el comisario los estaba esperando en la parte de atrás del edificio para "recibir al detenido y procesarlo", automáticamente Horacio se encogió en el asiento trasero sintiéndose muy pequeño por un momento, olvidando completamente que era el jefe del FBI. En cuanto Ford abrió la puerta, el agente salió del coche intentando enderezarse lo mejor que pudo con las esposas puestas. Miró hacia arriba, conectando directamente con sus ojos grises desde una corta distancia, y en sus oídos el punzante sonido del silencio era demasiado evidente, pero ninguno de los dos quiso quebrarlo, hasta que el sheriff carraspeó ligeramente y anunció incómodo su retirada.
- Bueno… - dijo retrocediendo con la mirada al frente - Todo suyo comisario - terminó inclinando su gorra.
- Si, si, gracias por traerlo, yo me encargo desde acá - contestó el comisario distanciándose unos cuantos pasos del moreno.
Inmediatamente recobraron el acto de policía-criminal, y fingiendo brusquedad para los posibles ojos que los pudieran ver, el comisario se colocó detrás de él y agarró su muñeca para guiarlo dentro del edificio. Sus manos estaban frías y podía sentir los cayos que había desarrollado por utilizar armas de fuego durante tanto tiempo, no recordaba haber tocado sus manos alguna vez, siempre había imaginado que serían suaves, pero eran las manos de un policía y ex militar después de todo, en cuanto atravesaron la puerta trasera agitó la cabeza para eliminar esos pensamientos de su cabeza ¿Por qué estaba pensando en eso? Era ridículo.
Sin emitir un solo sonido fuera de un profundo suspiro, Volkov lo guió hasta una sala de interrogatorios, donde tomó una pequeña llave y liberó sus manos de las esposas que había puesto el sheriff.
- Todo listo, si quiere le puedo traer una máscara y puede retirarse cuando estime conveniente - le ofreció el comisario guardando las esposas en el espacio especial de su cinto.
Horacio masajeó sus muñecas acalambradas y asintió evitando mirarlo a los ojos, ¿Cómo lograba que siempre todo fuese tan incómodo?
- Gracias - respondió sin más.
Esperó un par de minutos sentado en la sala de interrogatorios, había vivido muchas cosas salas como esa, tanto de un extremo de la mesa como del otro, era curioso volver a entrar sin ningún objetivo más que ocultar su identidad.
- Aquí tiene - le tendió el ruso una mascara de color negro en cuanto volvió a la pequela sala de paredes blancas.
Horacio la aceptó entre sus manos y la observó con detención, acto seguido dejó salir un suspiro profundo y observó el espejo a su izquierda, Volkov inmediatamente notó la actitud extraña del moreno y le preocupó ligeramente, si aquello hubiera pasado años atrás, entonces el agente lo hubiera estado insultando y riendo, no sabía si ese comportamiento era normal después de todo, pero a él no le parecía.
- ¿Todo bien Horacio? - le preguntó siguiendo su mirada.
- Si, si - le tranquilizó - Es solo que esto se me hace un poco raro, hace mucho no entraba a una de estas salas, mucho menos con usted, y ahora que estoy aquí… simplemente es todo demasiado diferente -
Volkov entendía perfectamente a qué se refería.
- Si no le molesta la pregunta, ¿Que estaba haciendo que lo atraparon los sheriffs? - preguntó apoyándose en una de las paredes.
- Nada grave, exceso de velocidad. Aunque uno de mis… - ¿Amigos? ¿Cómo los podía llamar? - Uno de los que andaban conmigo sacó una pistola cuando vió que la policía quería pararnos, yo lo detuve, pero alcanzaron a verlo, por eso seguramente se los llevaron a la comisaría del norte en vez de solo multarnos y dejarnos ir - explicó encogiéndose de hombros.
El comisario asintió con un sonido, pero antes de poder agregar algo más, el ruido de la radio en su hombro rompió el silencio. Volkov suspiró.
- Vaya con cuidado, ¿Si? - le pidió el ruso enderezandose y arreglando su camisa antes de aproximarse hacia la puerta.
- Usted también, comisario - contestó el moreno formalmente.
- Dime Volkov - le recordó con el rastro de lo que pudo ser una sonrisa antes de retirarse para ir a trabajar.

Volkacio Valentine 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora