El último sonido que Harry o Severus esperaban escuchar proveniente de la gruta submarina era risa y canto. Se miraron el uno al otro, atónitos, antes de nadar dentro. Harry sacó su varita, preparado para luchar contra el kelpie por el regreso de Katie. Severus también había sacado su varita.
La cueva no era muy grande, pero estaba iluminada por docenas de coloridas esponjas brillantes que proyectaban un resplandor suave pero brillante sobre la cueva. La luz atrapó los diminutos cristales incrustados en las paredes y los hizo brillar y brillar salvajemente. Era como estar dentro de un diamante.
Harry se frotó los ojos y luego miró hacia la parte de atrás de la cueva, donde estaba situado un estante bajo, lleno de un espeso lecho de algas y algas marinas, sobre el cual el kelpie estaba acostado con Katie justo a su lado, y la voz más gloriosa era procedente de la garganta del kelpie. Harry nunca había escuchado una voz así en toda su vida. Y su novia estaba aplaudiendo y cantando con él.
Harry se apresuró hacia adelante, ansioso por demostrar que había cumplido las condiciones del trato antes de que se acabara el tiempo.
– ¡Katie! ¡Ahí estás! – gritó. – Está bien, la encontré, caballo de agua, ¡ahora es el momento de cumplir tu parte del trato y dejarla ir! – El kelpie se volvió, resoplando suavemente.
– Bueno, bueno. En realidad te has preocupado lo suficiente como para encontrarla. ¡Qué extraordinario! No pensé que todavía hubiera mortales que pudieran sentir tanta devoción en el mundo – El kelpie acarició juguetonamente a Katie.
– Mira, linda, que ha venido a verte –
Katie parpadeó, saliendo lentamente del hechizo que el caballo fae había tejido con su magnífica voz. Por un instante se sintió transportada a otro tiempo y lugar y sintió el amor de un corazón hambriento y solitario. Ella giró la cabeza, inhalando el dulce y salado aroma del caballo de agua, manteniendo una mano en su melena.
Sus ojos cerúleos se encontraron con los esmeralda de Harry.
– Quien...? – Luchaba por recordar esos ojos, ese rostro, todo estaba confuso, su cabeza se sentía envuelta en guata de algodón.
– Katie, soy yo, Harry. ¿No te acuerdas? – Giró enojado sobre el kelpie. – ¡Maldito saco de huesos! ¿Qué le hiciste? –
– Nada. Simplemente le canté algunas canciones –
– Canciones para seducir y entrar – interrumpió Severus bruscamente. – Yo no llamaría nada a eso – El kelpie se volvió hacia el hechicero mayor. Él se puso rígido.
– Eres uno de la corte de Titania –
– Soy el heredero de Prince Manor, Severus Snape – respondió el maestro de pociones. – La chica que secuestraste es mi alumna, así como la novia de mi hijo. Está bajo mi protección. Mi hijo ha cumplido tu trato, kelpie. Ahora mantén tu parte y deja ir a Katie Bell – Apuntó su varita amenazadoramente. – O sufrir las consecuencias –
El kelpie sacudió la cabeza, aparentemente indiferente a la advertencia del otro.
– He cumplido mi parte del trato, mago. No la tengo prisionera. Ahora depende de ella elegir –
Harry se deslizó hacia adelante, hasta que estuvo de pie a unos cinco pies del lecho de algas.
– Katie, escúchame. Es Harry Snape, el que siempre te ayudaba a preparar pociones, el que te besaba mientras volamos en nuestras escobas de regreso de Hogsmeade. Salimos a cenar y me dijiste si te besaba otra vez tendría que resucitarte. ¿Recuerdas cómo jugamos ese partido contra Ravenclaw? ¿Y anotaste tres goles? ¿Y cómo te enfrentaste a Mac Laggen por mí? ¿Recuerdas? ¿Me recuerdas? Tú me conoces, me perteneces. No él. Él no te ama. Yo lo hago. He venido a llevarte a casa –
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Prince Manor: Bubble, Bubble
FanfictionUn ingrediente de poción equivocado agregado a un borrador de invocación casi le cuesta la vida a Katie en la noche de Halloween cuando el temido kelpie se la roba. ¿Pueden Harry y Severus rescatarla antes de la medianoche, o se convertirá en la últ...