Palabras de socorro.

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Sentir que ya nada es como antes, cuando solías pensar que todo estaba hecho y que lo único que te esperaría sería un camino largo pero sencillo, el cual cada vez tenías más ganas de recorrer.

Antes, cuando todo era perfecto, cuando creías que serías feliz siempre pero inocentemente te equivocabas. Todo eso ya mo está, desapareció,  y llega el tiempo de pensar dónde estará aquella bocanada de aire lleno de alivio y tranquilidad, que te saque de allí, que te haga sentir como si alguien en el mundo pensase igual que tú, que compartiese su manera de ver cada instante, que fuese tu apoyo todas esas veces en las que tus nudillos sienten la necesidad de probar las paredes de tu oscura y vacía habitación, escuchando como la música que se escapa de tus cascos suelta una nota tras otra, una historia, una sucesión de palabras que desesperadamente esperas que te hagan desaparecer y que sean lo único que entra por tus oídos.

Sentir, querer, pensar en cosas de las que tú jamás oirás, personas que jamás conoceras, conversaciones que nunca tendrás y momentos de los que tú, en ningún dia de tu corta y pobre vida, formarás parte, mientras escuchas un susurro fuera de tus pensamientos, pero deseas que ojalá estuviese dentro; un susurro cargado de gritos, expresiones, patadas y golpes que te van hundiendo cada vez más, que hablan de ti como si todo lo que hubieses dicho y hecho hasta el momento no valiese ni siquiera la mitad de lo que has luchado por ello, que hacen que la única voluntad de seguir como si nada hubiese pasado que quedaba dentro de ti se esfume hasta que algo o alguien te haga olvidarlo o pensar que realmente solo era mala racha, pero sabes que no, algo en ti te dice que algún día todo tendría que pasar, que se puede creer en algo más, pero sabes y te convences de que todo son mentiras, esperanzas en falso, desilusiones, sueños de niño pequeño que jamás saldran de ti, que por mucho que intentes apoyarte en tu propio hombro no dará resultado, que por mucho que te repitan lo fuerte que eres no sabes ni cómo ni cuándo reaccionar, que la autoestima, aunque poca, jamás ocupará el hueco que deja en falta la comprensión, el apoyo, la compañía, el hueco que ocupaban tus ganas te vivir.

                                               Pach.

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