Prologo

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Hoy en día encontrar un alfa dominante es tan difícil como buscar una aguja en un pajar. Pero la empresa X es tan afortunada en tener a un alfa dominante como jefe. Max Nattapol es el dueño de la empresa popular por tener bellezas de omegas y betas sin embargo él no reacciona a los coqueteos ni feromonas de sus desesperadas empleadas.

— ¿Quien será la afortunada de tener al jefe como esposo? — susurraban las secretarias mirando a la puerta de la oficina donde se encuentra su jefe.

— Que suerte es su secretaria personal! —.

— ¿Como puedes decir eso? Es mucho más grosero con ella! — no tenían que disimular el chisme ya que la empresa asistían mas mujeres que hombres todas con el mismo objetivo.

— Siendo yo esposa del jefe Max no me molestaría ese trato — decía una extravagante omega novata que apenas había entrado a trabajar. Era de esperarse su energia al hablar y demasiada confianza en ella.

Sin lugar a dudas eshermosa en casi todos los aspectos, era delgada con un trasero y pecho grandes que resaltaba más con el atuendo ajustado además de un maquillaje bien hecho pero como lo dije antes, era hermosa en casi todos los aspectos ya que tenía una mirada arrogante y sin pena alguna liberaba su aroma llenando a su alrededor de un olor dulzón.

La puerta se abrió y fue cuando todas corrieron a sus lugares para volver a trabajar menos aquella omega que con aires de grandeza camino hacía su jefe que apenas salía de su oficina.

Sin duda alguna Max era un alfa dominante, su presencia hacia que cualquier persona se estremeciera y su rostro serio aterraba a cualquiera menos a esa omega. Max se percato de que la novata iba hacía él así que suspiro, él la había contratado por que realmente era buena como todas sus empleadas pero no tenía intención de soportar a tan molesta presencia.

— Señor yo... — Se puso en su camino evitando que Max siguiera caminando. Todas se miraron entre ellas soltando risas burlonas por lo bajo, sabian el resultado de todo — Me pregunta si... — como si de un anzuelo libero su aroma rodeando a Max.

— Señorita — Max la interrumpió poniendo sus manos en los hombros de la chica y a pesar de ser cortés en su rostro no había ni una pizca de amabilidad — La contraté por su habilidad en la contabilidad, dele buena imagen a mi empresa y no haga que se vea como un prostíbulo, consideralo como una advertencia —.

Le dio unas palmaditas de consuelo para posteriormente quitarla de su camino. Cuando Max entro al elevador las omegas soltaron una cargada burlándose de la novata. Nadie ahi tenia esperanzas en realidad, solo soñaban.

Una de las paradas habituales era la tienda de dulces donde siempre compraba una caja de chocolates negros. Las empleadas suspiraban pensando en que omega sería la afortunada de ser la novia de tan semejante alfa.

Al llegar a la puerta de su departamento su actitud cambio radicalmente, entró con una sonrisa.

— Cariño —Llamó con una dulce voz una vez dentro mientras se cambiaba los zapatos a unas cómodas pantuflas color azul celeste — ¿Baby? — entró a la cocina al no recibir respuesta.

Ahí se encontraba, un hombre en pijama con un mandil negro cocinando lo que se supone sería la comida. El chico al percatarse de la presencia de Max volteó a mirarlo.

— ¿Puedes bajar la voz? Los vecinos te pueden escuchar — sin embargo el chico lo recibió con amargura.

— Pues así esta bien, así sabrán a quien perteneces — Aún así Max se acerco a su pareja con una sonrisa de oreja a oreja escondiendo la caja de chocolates en su espalda.

— Max... Sabes que esto es pasajero ¿No? Tu necesitas a un omega — Aquellas palabras hicieron que la sonrisa de Max se desapareciera por completo para poner una mala cara y si no fuera poco arrojó la caja de chocolates en la mesa donde estaban los ingredientes de la comida — Max... Sabes que... —

— No se nada — Se negó a escuchar. Enojado cargó al chico de su misma estatura a sus hombros para llevarlo al sillón de la sala, lo arrojó en el para posteriormente subirse arriba de su pareja — Repite conmigo... Max...—.

— Max... — no le quedo de otra más que obedecer. Sabia que era inutil llevarle la contraria a un testarudo alfa, solo esperaba a que llegara el dia en que lo soltara.

—Solo necesita a Tul —.

—.... No diré eso — esquivó la mirada molesta de Max, aun no perdia las energias de pelear pero estaba cansado de la misma situacion.

— Max solo necesita a Tul, no necesita un omega, no necesita un alfa o beta, necesita a Tul ¿Entiendes? — Las palabras que toda persona desearia escuchar, no importa que posicion social, economica o genero, mientras seas tu esta bien.

— ¿Y si no entiendo? ¿Y si yo quiero un omega? —

Aquello hizo que el corazón de Max doliera, podía obligar a que Tul se quedara con él pero no podía obligar a que el corazón de Tul lo quisiera por qie al final asi no funciona el amor ¿verdad?

— Si eso quieres... — dejo escapar un suspiro adolorido al momento de liberarlo de sus manos — Puedo irme —.
























Entre alfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora