La sorpresa es de los dos lados.

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Dentro de una habitación completamente oscura, un peliverde, pecoso, con una altura de 1.68, mejor conocido por el nombre de Izuku Midoriya, despertaba con algo de dificultad para respirar, pues si cabeza estaba aprisionada entre un par enormes pechos, únicamente cubiertos por una ligera camisas de tirantes color durazno, a los cuales estaba más que acostumbrado, y aparte del abrazo de un par de brazos delgados, con algunos mechones de un cabello sedoso, largo y rubio entre estos –Alexa luz de lectura– inmediatamente después del susurro una tenue luz en todo el borde de la cabecera de la cama se encendió, iluminando parcial mente la habitación sin llegar a ser molesto para unos ojos que venían de estar en completa oscuridad. 

El pecoso abrió los ojos encontrándose con sus dos almohadas favoritas, las cuales desde hace año y medio lo habían acompañado durante sus sueños sin fallar un solo día, movió su cabeza un poco para enterrarse aún más en ellos, provocando la ligera risa de la dueña de estos –Te ves tan tierno, pero ¿desde cunado te convertiste en un pequeño pervertido?– la pequeña risa de la rubia se convirtieron en carcajadas cuando apretó un poco más el abrazo, comenzando a restregarle aún más, a sus chicas, como las llamaba ella, esa voz a la cuál estaba tan acostumbrado en las mañanas y que tanto lo excitaba durante el día, sería una de las cosas que más extrañaría de regresar a su hogar, pero el tiempo era oro y el no podía perder más vuelos.

–jeje ¿Qué hora es, señorita Shield?– así es la hermosa rubia de figura envidiable, que se encontraba dentro de la cama del pecoso asfixiándolo entre sus pechos y con un puchero que la hacía ver tierna más que enojada, era ni más ni menos que la aclamada hija del científico número uno del mundo Melissa Shield, quien, aunque no lo parezca estaba sumamente furiosa por como la había llamado su pecoso.

–Dos años de conocernos y aún así seguirás llamándome así– la rubia se dio la vuelta soltando al pecoso de su prisión –Es tu último día aquí y ni por eso tendrás un poco de consideración– comenzando a dramatizar un poco pues lágrimas amenazaban con amenazar de sus ojos, las primeras veces que ella hizo esto el pecoso se arrodillaba y se convertía en su esclavo personal por toda una semana, hasta que descubrió que ella solo era una muy buena actriz y sus enojos no era para nada tan grandes como aparentaban ser.

Aparte el pecoso conocía sus puntos débiles y para desgracia de está sabía cómo aprovecharlos, y apesar de los ligeros sollozos de la rubia el pecoso no se inmutó, la abrazo desde la espalda uniendo sus manos sobre su vientre, y comenzó a besar su cuello por la parte de atrás mientras le hablaba –vamos Mel, sabes que solo estoy jugando– ella se giro dentro de su abrazo para poder observarlo a los ojos con una mirada de furia, Izuku sabía lo que vendría, un "Si solo soy un juego para ti debiste dejarlo claro desde hace mucho" seguido de golpes sobre su pecho y un berrinche a un mas grande era lo que se avecinaba si el pecoso no lograba contentar a la princesa rubia en este preciso momento.

Afortunadamente para el Izuku sabía que hacer, en cuanto la rubia quiso abrir la boca sus labios fueron tomados por el pecoso en un beso lleno de lujuria, saliva y caricias que comenzaron desde su cintura, subieron por su espalda y después bajo a su trasero apretándolo un poco para deleitarse con esos asombrosos malvaviscos, que solo el había logrado conquistar.

Por su lado la blonda disfruto de explorar la boca de su pequeño conejito, mientras pasaba sus manos por los definidos pectorales del pecoso y también disfrutaba de sus abdominales de acero, ella nunca había lavado su ropa a mano, peor sin duda sabía que ese abdomen era lo suficiente para dejar su ropa como nueva, aparte de mojar sus bragas en el proceso, se apego más a el disfrutando del contacto hasta que sintió algo que ya era come entre ellos en las mañanas –Parece que alguien despertó más animado hoy– Melissa movió sus caderas frotando su intimidad con la enorme erección que esté tenía, únicamente separadas por las bragas y el short y el bóxer del pecoso, edición especial de All Might, –Es una maravilla que solo tengas 15 años, no puedo esperar a que crezcas – como ya era normal Melissa comenzó a masajear su miembro, suavemente y sin prisa, por debajo de la ropa del pecoso y este no se lo negó pues ciertamente ella era fantástica en eso.

Adopta un futuro HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora