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No se sentía muy bien. En realidad, jamás se sentía bien.
Sin embargo ese era un día especialmente pesado, en donde había tenido que soportar muchas humillaciones.

Quería gritar, dejarse caer en el suelo, y llorar otra vez.

Miles de preguntas azotaban su cabeza mientras sus lágrimas manchaban en piso haciendo un pequeño "plop" al caer.

Preguntas que habían aparecido hace mucho tiempo, y nunca había encontrado su respuesta, desgraciadamente. Preguntas llenas de dolor y rencor que fragmentaron (y fragmentarán) su corazón en un pasado (también en un futuro).

Ya había experimentado este sentimiento muchas veces, estaba quebrada. Una vez más.

Pero las heridas sanan y cicatrices resquebrajan su dañado semblante. Al cuerpo se le da bien sanarse.

Pocos sabían que este estaba completamente herido, y para colmo sus magulladuras no habían sanado por completo aún; eran heridas dentro de heridas que no hacían nada más que profundizar esa frágil capa que separaba al dolor de la desquiciada locura.

Pensó, como muchas otras veces que es lo que estaba haciendo mal. Lo sabía, y sin embargo no podía cambiarlo.

—¿Por qué? –Se volvía a preguntar.–¿Por qué no puedo cambiar y dejar de sentir dolor?

Y sin embargo, para esta pregunta tampoco tenía respuesta.

Recuerdos FragmentadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora