Capítulo tres

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Frente de la preparatoria The Red Tulipans, al día siguiente.

Ese día, como el anterior, Taiga dejó a Ryôta en la escuela; No obstante, antes de irse, se quedó mirando que entrara y buscó con la mirada al otro hombre lobo. Aomine había llegado a último momento, poniendo los frenos justo para aparcar en frente del pelirrojo, quién le miraba con mucha cautela. Sin embargo, Daiki no lo había visto y se mantenía en una discusión que Shôka le planteaba. Ella, en realidad, gritaba y él la ignoraba colosalmente ya que no quería discutir por lo del día anterior. ¡Sólo había tenido una buena intención con el rubio y ya! No había nada que le uniera a él, plus que —el propio Daiki se jactaba— era el ser más heterosexual dentro de los hombres lobo. ¡NO LE GUSTABAN LOS HOMBRES!

Taiga miraba la escena con los ojos como platos y una mueca que tenía hasta lástima debido a todo lo que la fémina le gritaba al rostro. Aomine sólo suspiraba y se mantenía en silencio, no iba a discutir más con ella sobre ese punto.

—¿¡ME OYES!? —ella gritó, tomándole con fuerza del brazo y haciéndole girar sobre su propio eje y encajando un golpe de puño cerrado en su rostro. Le había dado con tanta fuerza, ella a él, que Daiki escupió algo de sangre al suelo. Taiga se quedó en silencio, aun contemplando la maldita escena que acontecía justo cuando el timbre comenzó a sonar.

—Escúchame tú a mí, Shôka. No vuelvas a hablarme, no vuelvas a acercarte a mí o a mi familia y ni siquiera intentes que nos volvamos a arreglar. Si había "algo" entre nosotros se acaba de terminar en este momento. —concluyó, soltándose de su agarre y marchándose al interior de la preparatoria. La fémina se quedó en su sitio, apretando los puños y los dientes hasta hacerse sangrar. Las cosas no iban como ella deseaba. Y, las cosas, debían ser como ella había planeado.

Taiga ignoró todo el embrollo, pero fue divisado por la vista platino de la muchacha, le miró con desprecio y simplemente siguió su camino al interior de la escuela. El pelirrojo, entonces, se subió a su vehículo y se marchó hasta Kagami Corp., allí se encontraría con su "cita", su hermano psicópata de ojos heterocromáticos y el joven Furihata-kun.

Sonrió feliz al pensar en que volvería a ver a Tetsuka. Deseaba tomarle la mano e invitarla a tomar el té esa misma tarde. Gritó un fuerte — "BOOYAAA" — y aceleró su vehículo hasta la velocidad máxima permitida. Estaba feliz pese a todo.

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Clase de Matemáticas del profesor Midorima Shintarô

Para Ryôta estaba hablándole en un idioma complicado que sólo era comprensible para uno de sus compañeros (aunque en realidad, no entendía ni media palabra...sólo hacía como qué). Había sido el único que no se había puesto en su contra y le había ayudado cuando lo acosaron. Takao Kazunari, de 17 años, estaba copiando todo lo posible de lo que explicaba el profesor (sin contar de que era su amor imposible). Midorima Shintarô era un profesor de preparatoria de veinte años, el más joven que había llegado, con sólo tres años de estudios sobresalientes, había hecho la carrera a la par en que hacía sus prácticas y trabajaba. Era algo así como el manifiesto a la eficiencia y el esfuerzo. Por otro lado, el rubio y cierto moreno veían las notas que tenían y sentían que los sesos se le iban a salir por las orejas. En serio que eran malos en los estudios.

—Oye... Ry-chan...

—¿Qué ocurre, Takaocchi?

—¿Quieres que te enseñe después de clases? Siento que vas a llorar si sigues viendo las ecuaciones.

—Bakao, Bakagami... —soltó con la voz ronca, Midorima, quién era igual de oriental que ellos, pero que había emigrado hacía poco más de seis meses a USA debido a "temas personales ajenos a la educación". Para Takao eso era: buscar el amor (según sus propios criterios algo soñadores).

When the wolf met LilithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora