18 de junio. Cumpleaños de Ryôta. En la manada de Crystal Moon Valley
—¡Feliz cumpleaños, Ryôta! —gritó la manada, mientras cocinaban una barbacoa enorme. Había varios puestos y todos dejaban un agradable aroma en el ambiente. Había música en todos lados y las risas no se hicieron esperar, así como los bailes en pareja y las carcajadas por doquier. El rubio tenía puesta una linda sudadera lila y unos tejanos adheridos a sus piernas. Tenía el cabello corto así que sólo lo había acomodado de la mejor forma posible y en los pies llevaba unos bonitos sneakers deportivos blancos.
—¡GRACIAS A TODOS! —gritó lo más fuerte que pudo mientras daba saltitos en su lugar. Había quedado en la mesa principal junto a Takao, que hablaba muy entretenido con Momoi. Ambos reían y se carcajeaban de lo malos que eran y por planificaciones que iban a llevar a cabo en pos de la misión: "Dumb Couple". La misma pasaría a llamarse misión DC. Ellos sabían que tanto Daiki como Ryôta eran tan tontos que nunca entenderían el porqué de ello. El renombrado Aomine Daiki estaba en una de las parrillas que asaba carne y comía sin parar mientras se asesinaba —con la mirada— con Kagami Taiga. Quien comía sin parar y le devolvía las miradas horrorosas. No fue hasta que Toranosuke habló, que la manada frenó el festejo y se volteó enterita a ver y escuchar a su alfa.
—Hoy, mi pequeño girasol (apodo dado por su padre) cumple dieciocho años. Está en el momento de descubrir el mundo y de encontrar el amor. Mi hijo, que no conocí hasta que tuvo cuatro años, nacido de mi amor y mi luna. Mi Alexa. —comenzó el relato, tomando la mano de su esposa con tanto amor, que el pecho le dolía por la felicidad obtenida—. Sé que Alice está en alguna parte del cielo mirándonos y es feliz sabiendo que Taiga y Ryôta se quieren, se aman como los hermanos que son y que uno daría la vida por el otro de ser necesario. Por eso, Ryô, mi bebé, mi omega bebé...—se volteó a mirar a su mocosito. Una copia idéntica a Alexandra excepto por sus ojos. Dorados como los propios. —Quisiera que nunca crecieran... —e hizo un morrito infantil antes de abrazar a su hijo. El rubio le devolvió el mimo mientras intentaba no llorar, fallando y obteniendo la piel en torno a sus ojitos de un color rojizo.
—Papá...
—Sé que serás feliz, sé que eres alguien bueno y que tienes fuertes valores. No espero más que alguien que te ame como si fueras su corazón, como si fueras su sangre. Sin embargo, no es por eso que hago este discurso. —prosiguió, alejándose de su hijo unos momentos—. Con tu madre hemos decidido darte un regalo que sabemos deseabas. —concluyó para tomar una caja pequeña de su bolsillo. La misma fue depositada en la mano de su rubio bebé y le dio pie para que la abriera.
—No... no tenían que regalarme nada... papicchis... —murmuró antes de quitar el listón dorado—¡UN VIAJE CON TODO PAGO A JAPÓN! —gritó emocionado, pensando que había deseado conocer sus raíces orientales desde hacía mucho tiempo.
—¡¿QUÉ?! —gritó Taiga, quien había escupido todo su jugo en la cara de Daiki. Le importó muy poco si el otro se quejaba o lo que fuese. Ese asunto era demasiado MUY importante como para dejarlo pasar, así como así—. No. No dejaré que lo dejen ir solo... ni de broma. No señor. MAMÁ DILES ALGO... —chilló a su rubia mami, poniendo ojitos de cachorro lastimado. Apelaba a su "adorabilidad" (o como se dijera, pero Taiga no era el más capacitado para hablar palabras difíciles).
—Cariño, tu hermano tiene dieciocho. Te acuerdas tus dieciocho ¿No? —le respondió con una enorme sonrisa, haciendo que se pusiera rojo como tomate. No quería recordar ese viaje por nada en el mundo. Mucho menos contárselo a Tetsuka. No, señor.
—Ma... má...
—¿Algo que decir?
—No, nada... —bufó, con la cara rojísima—¡PERO YO IRÉ CON ÉL!
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When the wolf met Lilith
Fanfiction¿Qué esconden las manadas de lobos resguardadas en las reservas de Estados Unidos? ¿Qué pasado los une y qué futuro les espera?