Capítulo seis

7 1 0
                                    


Un mes después.

Daiki se había puesto de un humor tan de mierda que la propia Satsuki terminó con él por ser un maldito engreído caprichoso. En sí, volvía a estar sólo, aunque tenía ganada la beca escolar por hacer deporte y eso lo hacía el pendejo más feliz de toda la tierra. Ese dinero lo usaría para comprar ropa nueva y terminar de pagar los malditos libros que le habían pedido en la escuela. En fin, no se veía nada mal su vida, pero estaba el punto en que ya no hablaba ni con Ryôta ni con Takao... No hablaba con absolutamente nadie. Aquello se debía a que "temía" que descubrieran su secreto más "sucio" y oculto. Uno que no podía ser dicho en voz alta y tampoco podía soltar con liviandad. No él. Nunca él.

—Dai-chan, no puedo creer que sigas siendo tan idiota. —mencionó Momoi, quien siguió siendo su amiga incondicional pese a todo; lo quería tanto que no podía simplemente ignorar que era un imbécil con buen corazón. Ella se había dado cuenta de que lo de ambos no duraría mucho, y estaba bien con eso. No era el fin de sus vidas ni lo sería pronto. Ser amigos era lo mejor que le había pasado desde que había entrado en la escuela.

—No lo soy.

—Lo eres y cuando te des cuenta será demasiado tarde. —replicó la fémina. Entendiendo bastante lo que ocurría con la mente y el corazón de su amigo—. Si no te planteas tus sentimientos, quizás alguien más tome lo que deseas... y no podrás decir absolutamente nada ante ello.

—¿De qué rayos hablas?

—Pues, digamos que hoy Na-chan se va a confesar a Ry-chan. —prosiguió, muy feliz de soltar la bomba ante los ojos de su amigo—. Al parecer será luego de las clases de matemáticas.

Daiki se quedó estático, con los ojos bien abiertos, mientras un amargo sabor subía y bajaba por su garganta. Tenía un latir acelerado, para nada rítmico y quería ir a decirle a ese come mierda de Nash que no se acercara a Ryôta; Sin embargo..., él no era nadie para decir tal cosa. Ni siquiera ahora era amigo del rubio.

—¿Y, eso a mí, qué? En todo caso, he dejado de hablar con la rubia. Sólo somos buenos colegas en el deporte, Satsuki. Eso es todo.

—Sí, me imagino que sí. —mencionó ella, melancólica, ya que entendía bien los sentimientos de Daiki. Ella, igual que él, no podía confesarse a alguien especial en su corazón.

—A mí, simplemente, me gustan las chicas de pechos grandes. Y... en todo caso... —bufó mientras se ponía de pie y caminaba al interior de la escuela—, sólo iría para ver que Ryôta no estuviera siendo lastimado por ese maldito. Nada más. Es más... tú me acompañarás... —prosiguió, dándole la espalda a la muchacha para que no viera su rostro rojo.

Satsuki rio muy bajito antes de asentir y correr a su lado para burlarse del colorado profundo que le poblaba las mejillas morenas.

.

.

.

Detrás de la escuela. Luego de las clases.

—Oh... Emmm... —Ryôta iba caminando detrás de Nash, un rubio de ojos color menta, que tenía un brazo tatuado y el porte del típico niñito rico de USA. No le detestaba, pero a veces sus modales eran horribles y eso hacía que hubiera fricción en todo el equipo—, ¿a dónde vamos, Nash? —preguntó. Estaba un tanto confundido con todo.

Tras cinco minutos de pleno silencio, Nash se dio la vuelta y tomó todo el aire posible. Sus pulmones dolieron un poquito por todo el esfuerzo y volvió a soltarlo por la boca—. Quiero decirte algo. Algo importante.

—Claro. Dime. —respondió Ryôta, ladeando un poco su cabeza para esperar las palabras de su compañero.

—Nos conocemos hace muy poco. De hecho, no tenemos casi buena relación, aunque siempre eres de los primeros que me incluyen en las jugadas y... —se tocó la frente, moviendo sus dedos de forma impaciente contra su piel. Nunca, en toda su corta vida, Nash, sintió tantos nervios como en ese instante. Y no era que fuera un "virgen" sin experiencia en el mundo del amor y las chicas, pero este era un chico... uno muy lindo y... era la primera vez que se sentía de esa forma.

When the wolf met LilithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora