Y cuando menos pensé, sus labios, su cuerpo y sus ojos se habían convertido en el lugar que me había hecho poner los pies sobre la tierra: la amaba a ella.
∘『 ✧ Mal ✧』∘
Ahí estaba, en mi habitación, con los ojos aguados y la nariz tan roja como si acabara de coger una alergia. Había pasado la noche en vela pensando, hasta la mañana cuando Evie llegó. Ella también estaba extraña: una sonrisa forzada de medio lado y, unos orbes que apenas y fijaban la mirada sobre mí.
Colgó el vestido que me había diseñado, paso a paso, día con día, hora tras hora, hasta hacerlo quedar perfecto como tanto me gustaba, como lo habíamos planeado juntas.
Me quedé ahí, observándola, viendo cómo era incapaz de decirme algo. Ya habían pasado tres días y ella simplemente no quería contestar mis llamadas, dirigirme la palabra o verme de cerca.
No la juzgo. Yo sabía, perfectamente, que algo le pasaba, o más bien, sabíamos lo que yo estaba a punto de cometer. Probablemente, la más grande de mis estupideces: elegir a alguien que no era ella.
—E... —Me puse detrás y sujeté su mano cuando estaba por salir de mi habitación—. Por favor, mírame. Necesitamos hablar.
La escuché espirar profundamente, antes de girarse hacia mí. Vi sus ojos, no eran tan claros como siempre, hoy eran más oscuros. Sus ojeras estaban marcadas y, extrañamente, no llevaba ni una gota de maquillaje.
—¿Tienes que hacerlo? —me preguntó, débil, casi inaudible, como si algo terminara de romperse dentro de ella.
Yo me sentía igual.
La conversación que habíamos evitado por varios meses, noches, entre tantos momentos íntimos de placer y risas perversas que decían todo lo que nosotras no podíamos, por fin se aparecía el día hoy.
—Sí... —dije, aunque no voy a mentir que dudé cuando la vi parada frente a mí. Ella me desnudaba el alma con tan solo verme.
Se acercó a mi cuerpo, yo me quedé tiesa. Sabía que cualquier mal movimiento que hiciera, podría provocarme y tirar las piezas del rompecabezas que había armado con tanto esfuerzo. Podía perder la partida; perderla a ella. Me haría irme e en picada sin ser capaz de detenerme.
Evie era mi perdición total.
—No puedo hacerte más esto, E... —Miré al suelo—. Tampoco se lo puedo seguir haciendo a él.
—Las dos elegimos esto —me dijo, como si quisiera limpiar todo mi pecado para tomarlo como, únicamente, suyo.
—Sabes lo que siempre voy a sentir por ti. —No le mentía, ella era mi vida entera desde que la conocí—. Nadie lo va a cambiar nunca. Siempre estaré ahí por si necesitas... a una amiga.
Y claro que las amigas no harían algo como lo que nosotras hacíamos. Nosotras jamás seríamos algo tan simple o típico de ser. Siempre seríamos más, siempre nos quemaríamos con el fuego de la otra, aunque eso quisiera decir que nos marcáramos para siempre.
Acaricié lentamente uno de sus hombros cuando ella me miró, no pude más, sellé nuestros labios en un beso salado y de repente desesperado. Cuando nos separamos ella me abrazó, apretando nuestros cuerpos, especialmente, tratando de aferrarse al mío. Fue como si tratara de pedirme algo que no era capaz de decir en voz alta.
Yo sabía leerla, sabía que esto le afectaba tanto, tampoco era sencillo para mí. Esto era más que salírsenos de las manos. Éramos algo que habíamos dejado que sucediera solo, porque el destino da mil vueltas. Éramos ironía. Éramos dos almas gemelas en la lucha por su redención. Algo siempre nos iba a tratar unir de alguna u otra forma.
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Dos amantes | +18
Romance¿Aceptarías ser solo su amante para siempre? Evie fue la tierna niña quien estuvo enamorada de Mal, por otra parte, Mal siempre tuvo la cabeza llena de dudas, nunca pudo aceptar lo que sentía por ella. Se conocieron, anduvieron, luego terminaron y e...