04. ᴜɴᴀ ʀᴇʟᴀᴄɪóɴ ᴅᴇ ᴠᴇʀᴅᴀᴅ

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4 semanas después

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Mal

—¿Crees que nos escuche? —me preguntó.

—Quizá nos encuentre, pero ya habremos acabado para entonces.

—Eres tan imprudente.

—Por eso te gusto.

—¿Cómo? —Ella sonrió y yo me sonrojé, no sé de dónde había venido eso—. Por supuesto que me gustas —repuso, entonces me vio—. ¿Yo te gusto?

«Sí», solo pensé, porque la chica de cabello largo y azulado ya me había empujado sobre la pared para besarme, y yo la sujeté de las caderas y la apreté sobre mi cuerpo. Hace rato que habíamos osado en entrar en la habitación de Maléfica y ahora nos habíamos perdido entre besos y manoseo indecente.

Giré a Evie contra uno de los grandes ventanales y rompí el beso, haciéndola empinarse frente a mí mientras deslizaba mis manos desde su espalda hasta sus glúteos, al mismo tiempo que me pegué detrás a ella. Ella gimió y la vi morderse los labios. Era tan excitante que prendía cada hormona de deseo en mí.

—Es imposible que esta noche vaya a dejarte ir —mascullé en su cuello, luego bajé y metí en sus bragas una de mis manos para acariciar entre sus piernas. Estaba tan húmeda, sentí cómo mis dedos resbalaban fácilmente.

Jalé sus bragas logrando que se rompieran y cayeran al suelo de una vez por todas, luego dos de mis dedos abrieron paso de nuevo y acariciaron en su sexo. Mi mano libre subió por su espalda terminando de quitarle el sujetador, y así me empiné cerca de su oído, sintiéndola temblar luego de que mis dedos comenzaran a jugar y apretar encima de su botón más íntimo y en ligeros círculos.

—Me excita tanto tu cuerpo... —susurré en su oído en una voz ronca, ella jadeó y cerró las piernas.

—Mal... —tembló. Sus hermosas pestañas se apretaban en fuertes pestañazos cada vez que le daba más rápido, esto me hizo sentir el poder completo sobre su cuerpo. Me mataba internamente, y mis ojos brillaban en deseo.

—¿Es así como imagina su primera vez, princesa? —Poco a poco emprendí una sesión de besos por toda su espalda, antes de marcar mi mano en su trasero al tirarle un azote fuerte en uno de sus pálidos glúteos.

—Sí... —jadeó, con las mejillas rojas y la voz entre cortada, cuando volví a azotarla, está vez más fuerte.

Desde donde estábamos se miraba toda la Isla y Auradon, e imaginé que habíamos llegado a la cima del mundo y me gustó haberme imaginado que era con ella y de esta forma. La hice arquear cuando coloqué uno dos de mis dedos y apreté sobre su dureza. Ella estaba tan estrecha, por ello recurrí a usar solo un dedo. Al principio se tensó unas cuantas veces, hasta que mi dedo entró por fin entre sus piernas comenzando embestirla.

—¿Te duele?

Evie negó, yo llevé mi segundo dedo dentro, hasta que ambos entraron en su intimidad y esto me permitió comenzar a darle más rápido. Ella gemía cada vez más fuerte.

Mis colmillos se encajaron sobre su hombro, cuando la sentí sacudirse de arriba abajo. Faltaba nada cuando gimió alto, sujetándose en vano del cristal de la ventana mientras apretaba las piernas de placer.

Había roto dentro de ella y ahora me estaba desquiciando de saber que había sido yo quien le había hecho eso. Mis dedos se movieron todavía más duro y de pronto se sacudió agonizando.

Dos amantes | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora