01. ᴜɴᴀ ᴘʀɪɴᴄᴇꜱᴀ ᴇɴ ᴅʀᴀɢᴏɴ ʜᴀʟʟ

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Cuatro años atrás – La Isla de los Perdidos

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Evie

Hoy era el inicio de clases en Dragon Hall y estaba muy emocionada por este ciclo. Dentro de poco comenzaría mis prácticas como asistente de diseños de moda de Cruella de Vill, por lo que no podía con tanta emoción. Sentía que las cosas este año irían muy bien.

—¿A dónde crees que vas? —fue cuando la miré, la primera vez que realmente me había fijado en ella.

Había escuchado hablar de Mal, era esa clase de chica brabucona, la cual, simplemente, no me apetecía encontrarme de frente ni una vez. Las pocas veces que la había visto siempre estaba metida en un lío, peleándose o amenazando a alguien de muerte. Las chicas como ella, no eran amigas de chicas como yo, porque jamás encajaríamos de ninguna forma, o al menos eso creí.

—¿A las clases? —preguntó ingenuo el chico que estaba ya sobre el suelo.

Me quedé un momento inmóvil, precisamente, cuando distinguí al hijo de mi próxima jefa.

—No me hagas reír. ¿Qué traes en la mochila?

No entendía por qué la chica ocasionaba tantos problemas. ¿Por qué querer ser ese algo a lo que todos le temían o preferían mantener de lejos?, ¿cómo creería que así haría amigos?, ¿cuándo fue la última vez que hizo algo amable por alguien?

—Unas telas que me pidió mi madre —le dijo el pobre de Carlos.

—Eso es de niñas —escuché decir al chico asiático, quien ya tenía la mochila en sus manos mientras la vaciaba sobre el suelo. Jay era imbécil que siempre se juntaba con ella. Los había visto un par de veces por las calles, aunque a mí me parecía que él sabía bien con quien juntarse por conveniencia, al final, todo mundo respetaba y le temía a la chica de cabellos púrpuras—. ¿Eres niñita?

Carlos negó completamente asustado.

—¿Tienes dinero? —le preguntó Mal, quien ya tenía la cartera del chico en sus manos. Su rostro mostraba indiferencia total, cosa que me dejó con el entrecejo fruncido. Sabía que estaban a nada de golpearlo.

—Solo al-algunos dólares que son para comprar unas cosas.

—Ella no te preguntó para qué eran —dijo Jay, quien se tronaba los dedos mientras se inclinaba frente al chico de Vill.

—¿Por qué no dejas al chico en paz? — Sé que esto era la Isla de los Perdidos y que estábamos encerrados en este maldito lugar quizá para siempre, por lo mismo no entendía por qué nos teníamos que hacer la vida más pesada de lo que ya era. No me contuve, cuando caminé y me paré frente a la chica de cabellos púrpuras—. Él no está haciendo nada malo.

—Tú, ¿quién eres? —Mal me lanzó una mirada tan aterradora, que sentí como si estuviera imaginando mi cabeza enterrada tres metros bajo tierra con tan solo verme.

—Es la dulce princesita —dijo Jay con una risita de burla—. ¿Eva?

—Soy Evie —aclaré.

Jay se me quedó viendo de arriba abajo, cuando le clavé la mirada, entonces no le quedó más que ver hacia otro lado. Mal se río al verlo desistir, hasta que sentí cómo ahora posaba su mirada sobre mí. Si no hubiésemos estado tan cerca, nunca me hubiera dado cuenta de cómo era ella tan detalladamente.

Sus orbes eran tan claros, tan verdes, tan intimidantes. Su rostro no tenía ninguna sola imperfección, sus facciones eran finas y no toscas. En realidad, Mal era atractiva, tenía un lado bastante insidioso, pero a la vez atrayente. Vestía con chaquetas de cuero moradas y con algunos parches. Su look era rebelde, le quedaba bien. Por cierto, tenía un cabello muy púrpura y hasta poco abajo de los hombros. Cualquiera que no la conociera pensaría que era una estrella de rock.

Dos amantes | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora