Wicked Ones- dorothy
Dash conduce a toda prisa camino al club, tenemos que hacernos con esa grabación lo antes posible. No solo porque aparecemos en ella y podrían llegar a relacionarlo con el club y con mi trabajo, sino porque podía revelarme quien es esa persona con la que se ha reunido O'Kelly. Sé que estoy dando palos de ciego, pero apenas dispongo de información y algo me dice que lo que se cuece es gordo, llamémoslo sexto sentido.
—¿Crees que Ash estará en el club esta noche vigilando las cámaras? —pregunto.
Ash es el encargado de todo lo que tiene que ver con tecnología en nuestro club. Es lo que se dice un cerebrito y rezaría porque pudiese conseguir las grabaciones de esa cámara antes de que otro lo hiciera. Es más que obvio que Roy O'Kelly notaría mi ausencia repentina y en algún momento descubriría toda mi mentira. Crystal tendría una diana dibujada en la espalda pronto. Una de las miles que ya tenía dibujadas.
—Creo que hoy no tiene la noche libre así que es lo más probable. —Noto que los nudillos de las manos se le ponen blancos de apretar el volante. —¿Crees que conseguiremos algo o todo ha sido una pérdida de tiempo?
—No lo sé, Dash. Quiero pensar que sí.
Me mira por un breve momento y vuelve a centrar su atención en la carretera. Me siento avergonzada por lo que ha pasado hace escasos minutos. Me he dejado llevar por la adrenalina y sé que llegará un momento en el que me arrepentiré de ese impulso.
Dash aparca cerca del club y yo salgo corriendo dirección a la puerta trasera del club sin darle tiempo a apagar el motor del coche siquiera. Entro corriendo como alma que lleva el diablo y me dirijo a la sala de cámaras. Cuando abro me encuentro a Ash reclinado sobre varias pantallas de ordenador. En algunas de ellas se pueden ver los reservados del club, la barra de bar y los pasillos que llevan a los baños. En otra solo veo letras que no tienen ningún sentido para mí.
—Ash. —Digo casi sin aliento. —Necesitamos tu ayuda. Ya.
Ash no se había percatado de mi presencia hasta ese momento.
—Dime que necesitas. —Dice mientras se remanga las mangas de su sudadera.
—Quiero que consigas la grabación de una cámara de vigilancia situada en esta dirección. —Le paso un papel con la dirección del club. —La cámara se encuentra en el callejón de la parte de atrás, por si te ayuda a localizarla más fácilmente.
—¿Cómo de grave es el asunto? —Pregunta girando su silla de nuevo hacia los ordenadores.
—No es que sea precisamente grave. —Escucho como teclea con una velocidad inhumana. Los hackers son un poco espeluznantes si digo la verdad. —Creo que pueden haber captado a alguien que me interesa.
—¿Entonces solo quieres una copia?
—No. —Me acerco a él, observando por encima del hombro lo que muestran las pantallas. —Quiero que hagas una copia y luego elimines la grabación. También salgo yo y no quiero dejar cabos sueltos. Si examinaran esas grabaciones con el mismo detenimiento que voy a poner yo en ellas. —sonrío con arrogancia. —Podrían descubrir quien soy.
Justo en ese momento Dash entra por la puerta y mira en nuestra dirección con lo que parece ser alivio. Se acerca al otro lado de Ash y empieza a observar las pantallas también.
—Aquí. —Apunta con el dedo —Esa es la cámara.
Ashton empieza a mover el ratón de un lado a otro, a teclear rápidamente y al cabo de unos segundos aparece en la pantalla la grabación. Comienza a pasar a cámara rápida el contenido hasta que vemos que entra un hombre por la misma puerta por la que entré yo unas horas antes.
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El Juego de la Araña
Teen FictionBILOGÍA JUEGOS ENVENENADOS ( I LIBRO) Katherine Montgomery parece una chica corriente en su último año de universidad, con una vida carente de emoción y riesgos. Lo que pocos saben es que lleva una doble vida. Cada noche se vuelve la jefa de un clu...