What goes round.../...Comes around—Justin Timberlake
Me gustaría regañar a mi cuerpo por extrañarlo. Las sábanas aún huelen a menta y sándalo, y sexo, mucho sexo. Dormir el resto de la noche no ha sido muy difícil, mi cuerpo se encontraba exhausto, por muchos calmantes que tome, mi cuerpo se encuentra aún más resentido.
Cuando me dijo que no iba a ser suave, tenía razón. Tengo las marcas de sus dedos en las caderas, amoldándose a ellas como si fueran un cinturón o algún otro complemento. No sé cuanta ropa interior he perdido en estas cortas veinticuatro horas, las suficientes como para anotar mentalmente llevar la ropa más fea del armario la próxima vez.
La primera parada del día debe ser para hablar con Cass. He sido una amiga horrible y la he dejado a su suerte durante un día entero o puede que más.
Salgo de la habitación y cruzo el pasillo con los pies descalzos hasta su puerta. La golpeo no demasiado fuerte, por si aún duerme. La puerta se abre en apenas dos segundos y el brazo de Cass me arrastra hasta el interior.
—Quiero saberlo todo. —Me arrastra hasta la cama y se sienta con las piernas cruzadas. —No te dejes ni el color de sus boxers.
—¿Cómo lo sabes? —Me río, aunque un tanto avergonzada.
—No es que seáis precisamente la definición de discretos. —Entrecierra los ojos y se intenta alisar el pelo con los dedos. —Además, su amigo, ese tal Lev, estuvo aquí.
—¿Aquí? —Miro escrutando la habitación. —¿Aquí de aquí?
—Sí, aquí de aquí, Katherine. —Mi cara debe de ser todo un poema ya que añade: —No pasó nada, solo estuvo esperando a Aiden, él tenía las tarjetas de las habitaciones.
Chasqueo la lengua. Tiene sentido. Muy de Aiden eso de joder al resto mientras obtiene su propio disfrute personal.
—¿Todo bien? —Pregunto.
—Sí, pero no intentes distraerme. Detalles. Vamos.
—Eres muy cotilla. —Arrugo la nariz. —Digamos que Aiden ha conseguido ganarse un uno por ciento de mi confianza.
—¿Solo con uno por ciento te acuestas con él? —Señala el espacio entre nosotras. —¿Por qué nosotras no nos hemos acostado ya entonces?
Le doy un suave golpe en el hombro.
—No seas idiota, ¿Quieres? —Me muerdo el interior de la mejilla mientras pienso bien que decir. —Es perfecto en la cama, ¿eso es lo que querías saber?
—Me lo imaginaba, lo vi salir anoche de tu cuarto, pero no quise molestarte, supuse que estarías aprendiendo a caminar de nuevo.
Me río con ganas y siento una hinchazón de alegría en el pecho. Me encanta ver a Cassie de esta forma, tan ella. Haciendo sus comentarios ocurrentes y pervertidos que en absoluto pegan con ella.
—Lo que ese chico sabe hacer no es normal. —Confieso. —Me hizo sentir como una diosa, no me quitaba los ojos de encima.
—Amiga, eres una diosa, date cuenta. —Sacude la cabeza. —Aiden tiene dos putos ojos en la cara y sabe detectar la belleza cuando la ve. Encima eres inteligente y buena, lo tienes en la palma de tu mano.
Jugueteo con mis dedos en el regazo, ¿Soy realmente una persona buena? Creo que sí, aunque a veces me invaden las dudas. Hago cosas ilegales la mayoría del tiempo, aunque técnicamente no lo hago como algo que yo hubiese elegido por mi misma, ¿me convierte eso en mala de todas formas?
—Cassie, Aiden se irá pasado un tiempo.
—¿Por qué? ¿Te lo ha dicho? —Sus ojos reflejan una pizca de preocupación, ¿Tal vez por mí? ¿Por mis sentimientos?
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El Juego de la Araña
Teen FictionBILOGÍA JUEGOS ENVENENADOS ( I LIBRO) Katherine Montgomery parece una chica corriente en su último año de universidad, con una vida carente de emoción y riesgos. Lo que pocos saben es que lleva una doble vida. Cada noche se vuelve la jefa de un clu...