Capitulo 3

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Corriendo de nuevo

Tres años después...

—¡Adrián dame el iPad!

—Nopo.

—Tengo que hacer la tarea y mi celular esta descargado.

—No Dayanna, estoy jugando Roblox y tengo nuevas armas que mi papá me compro.

—¿Y a mi eso me importa por?

—Porqué Roblox es la vida y ya deja de molestar.

—¡Dámelo!

—¡No!

—¡Mamá!

Llego a la sala donde mis hijos se encuentran forcejeando el dispositivo, me acerco para tratar de calmar la situación pero ellos están en la típica batalla de hermanos de quien le gana a quien.

—Adrián y Dayanna me dan el iPad en este momento, ni uno ni otro. Lo  pueden quebrar.

Ambos niños me ignoran y siguen en lo suyo. Dayanna por ser la mayor y mucho más grande logra por fin arrebatárselo. Adrián se pone rojo de enojo y en un descuido de la hermana se lo quita de las manos y luego le suelta un golpe en la cara con todas sus fuerzas, haciendo que ella grite de dolor; mi hija llora y frota su nariz la cual esta muy roja e inflamada.

—¿Qué pasó aquí? Pregunta Ethan apareciendo atrás mío.

—Adrián me pego con el iPad papá.

—¡Cuántas veces te he dicho que a tu hermanita la debes cuidar y respetar? Te voy a castigar, tienes prohibido jugar con el iPad y para que aprendas que a las niñas no se les pega...

Mis ojos se abren como platos cuando cuando veo que Ethan se comienza a quitar el cinturón del pantalón y luego levanta al niño del sillón tomándolo de uno de sus bracitos.

De inmediato me abalanzó sobre ellos y agarró a mi hijo entre mis brazos. Ethan me mira inyectado en furia mientras aprieta los dientes.

—¿Qué te pasa? No te metas Vania, a mi no me vas a quitar autoridad frente a mis los niños.

—No toques a mi hijo, jamás se le debe pegar a un niño y menos cuando estás en ese estado de cólera.

Ethan me mira con odio puro, bajo al niño y lo coloco atrás de mi y Dayanna lo toma entre sus brazos. Adrián de inmediato se aferra fuertemente a ella.

—Entonces Vania, te voy a pegar a ti...

Ethan me toma con fuerza de uno de mis brazos y me voltea para ahora darme a mi con el cinturón; pero en ese mismo momento viéndolo a la cara le susurro.

—Hazlo y te meto a la cárcel.

Ethan me mira sorprendido dejando  caer el cinturón; pero luego la sorpresa se borra de su rostro, transformandose de nuevo en ira y es en ese instante que reaccionó y le doy la espalda para tomar a mis hijos de sus manitas y luego salgo junto con ellos corriendo a la calle.

Correr... Lo recuerdo, conozco la sensación y el instinto que me dice que debo huir y escapar de aquí como pueda. Pero ahora otro instinto más poderoso me acompaña y es el de madre.

ResilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora