Capitulo 7

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Gente del pasado y gente del presente 

—Mamá vamonos que hoy tengo que llegar más temprano que nunca.

—Mamá ayúdame con mi lonchera y mochila, llevo mi trabajo y no puedo solo.

—Si, tranquilos que mamá lo tiene todo controlado.

¡Mentira! Estoy a nada de gritar con tantas cosas que tengo que hacer al mismo tiempo; todos los días es lo mismo: Levantarse a las 5:00 a.m. Preparar desayuno y almuerzos, despertar a los niños y ayudarle a mi pequeño con todo  para la escuela, e incluso a Dayanna que todo olvida en casa.

Cómo ya es una adolescente se tarda mil horas arreglándose, sobre todo las cejas. Es una de las tantas cosas que siempre voy apoyar; la verdad han sido muchas: Francés, ballet, guitarra, lectura, pintura. Me encanta que aparte de ser tan pragmática e inteligente busque verse y sentirse bien.

Todo lo contrario a mi, yo simplemente me pongo lo primero que encuentro; una camiseta de algodón, unos jeans, zapatos de piso, un simple moño y cero maquillaje; pero obvio que splash de vainilla hasta para dormir, ese no me puede faltar.

Aveces cuando los niños duermen saco viejas fotos de cuando estaba en la escuela, mi tiempo en la universidad y también de cuando era modelo. No soy ni la sombra de la mujer que fui, me olvide de mi, apague mi luz para poder llevar la fiesta en paz con mi ex esposo.

Para él y su familia es inaceptable que una mujer use jeans ajustados o blusa de tirantes, peor mostrar las piernas o el cabello suelto. Todo lo que yo era antes fue eliminado ya que se la pasaban criticándome y haciendo comentarios sarcásticos sobre mi forma de vestir o arreglarme ya que para ellos sexy es vulgar.

Que hipócritas pueden llegar a ser los hombres pues quieren para esposa a mujeres apagadas, sumisas y cubiertas de pies a cabeza y las engañan con mujeres sexys y de vida alegre.

Una hora después ya estamos en la escuela; pero la fila para llegar a la entrada es tan larga que creo que no vamos a lograrlo; así que lo mejor es estacionar el auto y comenzar a caminar. Dayanna se queja porque no quiere despeinarse y Adrián llora porque tiene sueño.

Justo cuando los dejo en la puerta el timbre suena y por poco no logro dejar al niño en él área de parvularia. Me causa risa que siempre que quiero besar a Dayanna me mira como si estuviera loca cuando en esta misma puerta hasta lloraba por mi. Adrián por el contrario me come a besos hasta que me pierde de vista.

—Hola Vania —Me saluda Glenda una de las madres del salón de Dayanna.

—¿Cómo va todo?

—Bien.

—¿Ya viste que el papá de Nathan no te quito los ojos desde que te bajaste del auto. Venía de tras tuyo y se estaba babeando con tu trasero.

—No se ni quien es el papá de Nathan — Contesto aburrida.

—¡Hay mujer no te hagas que hay varios papás que en las reuniones de padres de familia se quedan con cara de tontos mirándote.

—Pues no, ni idea...

Le cambio el tema porque en serio no estoy interesada y es lo último que pienso en este momento. "Hombres" Incluso en el chat de padres de familia ha habido un par que me ha saludado fuera del grupo de WhatsApp; pero yo los ignoro y al no contestar captan el mensaje.

ResilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora