La felicidad es solo por un tiempo...
Voy caminando por una calle, angosta, solitaria y llena de tierra.
A los lados hay cercos de madera, tras ellos, verdes prados donde a lo lejos se miran dispersas algunas vacas que pastan tranquilamente.Es un día precioso, soleado y con brisa; veo hacia abajo mientras camino y observo mis pies llenos de tierra. Las pequeñas piedras me lastiman, pero no me importa, estoy feliz porque me voy y no pienso regresar de nuevo, al fin soy libre.
De repente una amable voz con firmeza me dice: "Regresa."
Yo la ignoro, ni de coña me regreso a ese espantoso lugar.Apresuró mis pasos y casi que estoy por echarme a correr, cuando de nuevo la voz vuelve a decirme: "Regresa..."
Me paro en seco porque se quien me lo está pidiendo; así que mirando hacia el cielo digo: "¡No quiero!"
Sigo mi camino y la voz vuelve a repetirme que debo regresar, es entonces que paro y me giro lentamente para mirar atrás. Mi corazón duele por lo que mis ojos ven. Es una ciudad y se encuentra ardiendo en llamas, prácticamente en ruinas.
"Regresa..."
"¡No quiero!" Grito llena de dolor y mucha rabia.
"Pero lo voy hacer, porque los amo..."Comienzo a caminar de regreso y mientras lo hago, veo como mis lágrimas caen sobre los dedos de mis pies, dejando marcas de círculos en ellos. Se que esa ciudad es mi hogar y se que aunque no quiera, debo regresar para salvar lo que aún queda en ella. Cada paso es una agonía y al acercarme puedo sentir el calor del fuego. Justo cuando estoy parada enfrente sin saber que hacer, una voz me grita...
—¡¡Mamá!! Mi hermanito se despertó.
Me incorporo de un salto en mi cama y mi herida duele; hace un mes y medio que di a luz a mi segundo hijo y cómo fue prematuro, el parto fue muy difícil y complicado, a pesar de ser natural.
Mi hija de seis años se acerca a la pequeña cuna y angustiada trata de calmar a su hermanito con besos y canciones.
Mi princesa, mi pequeña y bella guerrera, Dayanna, mi regalo del cielo; mi pedazo de alma a quien amo con locura. Ella es mi bebé arco iris, ya que vino al mundo al año de haber perdido a su hermanito, mi primer hijo el cual perdí por negligencia médica.
Justo el 21 de diciembre, mi cumpleaños, ese día me enteré que estaba embarazada de mi primer bebé y al mismo tiempo, que estaba perdiéndolo. Así que debía guardar reposo absoluto durante todo mi embarazo; yo de inmediato, me tome mi papel muy en serio en cuanto a cuidarnos.
Mi madre llegó el 23 diciembre a visitarme y recuerdo sus palabras como si fuera ayer: "Qué hombre va a querer un bulto como mujer por tantos meses, se va a cansar y se buscará a otra, así son todos."
Sus palabras me dolieron más que una de sus bofetadas de siempre. Yo esperaba su apoyo y que me dijera que todo iba a estar bien, aunque no lo fuera. Así que cuando ella se fue, solo puse mis manos sobre mi pancita y lloré toda la tarde, triste y angustiada.
"Y si Ethan me deja y se aburre de mi..." Pensaba. No pude ni dormir por la tristeza y aunque mi esposo era muy amoroso y me cuidaba como si fuera la cosa más frágil del mundo; aún me sentía mal por las palabras tan duras de mi madre.
Entonces el día siguiente, veinticuatro de diciembre fue el día que me llevaron de emergencia al hospital, con todos los síntomas de un aborto espontáneo. La sangre salía de mi vientre de forma escandalosa, yo solo le pedía a Dios que mi bebé no muriera.
Pero Dios tenía otros planes y mi niño pasó a ser un angelito del cielo. Y siendo sincera es una herida que no quiero que cierre jamás; mi bebé me va a doler siempre.
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Resiliencia
De TodoSiempre he pensado que las princesas no existen y que este mundo es para las guerreras. Yo... Soy una de ellas porque no tuve elección. Todas las malas decisiones nos pasan factura en algún momento; la pregunta es, ¿hasta cuando se terminan de paga...