PDV Chiara
Me tiré al suelo derrotada, mis músculos me ardían y sentía que en cualquier momento iba a colapsar, la anciana me ha estado entrenando durante esta semana como si no hubiera un mañana.
No se que piensa que soy, lo mas probable es que crea que soy indestructible.
Tratando de recuperar mi aliento, me siento en el suelo, y miro hacia arriba como si pudiese entrar más aire a mis pulmones y miro a la vieja.
— De nuevo —decreta golpeando su gran bastón.
La miro con mi rostro fulminante.
— No era mentira que usted quería matarme — dije— Déjeme descansar aunque sea un momento, siento que voy a fallecer, aparte que usted me prometió respuestas a mis preguntas, y no he escuchado nada—Dije levantándome en busca de agua.
— Está bien, puedes descansar— dijo rodando sus blancos y arrugados ojos— Luego te diré todo lo que tienes que saber.
Asentí derrotada nuevamente y me adentré a la cabaña.
Este lugar según la anciana es una especie de vacío en la dimensión, quiere decir que este lugar verdaderamente no existe, así que si alguien no busca no podrá encontrarnos tan fácilmente, aquí ella puede materializar objetos y construir cosas a su antojo, al ser una bruja puede hacer cosas que jamás en la vida pensé que vería.
Este lugar no es tan grande, pero es lo suficientemente espacioso para tener una arena de entrenamiento que cuenta con armas de guerra muy antiguas como espadas, escudos, arcos y flechas. Creo que está un poquito retrocedida en el tiempo.
Al lado de la arena, está la cabaña que es bastante rústica y cuenta con dos habitaciones bastante espaciosas que es donde dormimos, un comedor con una mesa amplia y una cocina de gran tamaño. Ambas cosas (la arena y la cabaña) están rodeadas de árboles inmensos que parecieran no tener fin, claro que es una ilusión óptica.
En fin, entré a la cabaña y me dispuse a cocinar algo para almorzar, algo simple pero llenador. Me amarré el cabello en una coleta y rompí un par de huevos en el sarten, a un lado agrego tocino y un par de verduras verdes, cocino todo hasta que estén crocantes.
Me acerco a la mesa con el sarten en la mano y lo dejo encima de una tabla de madera, voy hacia el refrigerador y saco jugo de naranja.
Veo todo lo que está en la mesa y antes cuando vivía en la casa de mis padres nunca imaginaria que comería tanto para solo una comida, no me permitían comer nada dentro de la casa, si tenía hambre debía esperar hasta el otro día para alimentarme. Es por eso que soy muy delgada, sabia que no me alimentaba bien y que por esos motivos era muy débil para poder defenderme.
Me senté en la mesa con lagrimas en los ojos recordando todo lo que alguna vez viví.
Tantos años tratando de mantenerme fuerte, espero que más adelante hayan servido de algo.
Mis padres eran bastante particulares en la sociedad, tenían dinero pero siempre lo gastaban en cosas innecesarias o en malas inversiones y le debían a harta gente.
En la casa viven mis tres hermanos, mis dos primas, mis padres y yo, mis hermanos eran abusivos, cada vez que tenían la oportunidad de golpearme lo hacían, una vez intentaron violarme, pero justo me salvo uno de mis padres que entró en la habitación, claro que no lo hizo con esa intención pero el momento se dió justo.
Trato de evitarlos a toda costa, me tuve que memorizar sus horarios de salida y llegada para no toparme con ellos en ningún momento y siempre cierro con pestillo la puerta de mi habitación para evitar encontrones.
Ahora mis dos primas son otro cuento, ellas nunca me molestaron a pesar de ser muy populares, debo decir que de toda la familia que vive en esa casa, son las únicas con un poco de cerebro, eso si no me tratan mal pero tampoco me hablan, básicamente hacen como que no existo y para mi eso está bien.
Me limpio las lagrimas y me dispongo a comer todo lo que puedo, ya que al tener el estómago diminuto se me hace difícil comer cantidades grandes de comida sin que mi cuerpo las vomite.
La ancestral se molesta en llegar a la cabaña y me mira con esos ojos espeluznantes.
— ¿Quieres respuestas? Las tendrás —dice en tono severo— Pero antes deber prometerme algo.
Asiento.
— Jamás te rendiras ante cualquier adversidad —me apunta con su dedo — Y lucharás con todas tus fuerzas.
Vuelvo a asentir aún con la comida en la boca.
— Bien—dice —¿Qué quieres saber?
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El Dragón Dorado
FantasiTortura y humillación es lo que gobernaba en la vida de Chiara por parte de sus "padres" y compañeros de su escuela. Lo que ella no sabe es que es descendiente de uno de los dragones que dieron los últimos regalos a la humanidad, el control de los p...