Capítulo 4.

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4.

Eran las 11:30 cuando me quedé dormida. Son las 3:30 y ya estoy despierta. Sin un poco de sueño, acostumbrada a no dormir más de tres horas y este lugar había logrado que durmiera una hora y media más.

Este lugar no es tan malo después de todo.

Salí de la cama y al tocar el suelo con mis pies descalzos sentí el frío traspasar mis huesos. El frío había traspasado la alfombra de piel que rodeaba mi cama. Me moví hacia una esquina del cuarto y le subí un poco a la calefacción dejándola en 25°C.

Al asomarme por la ventana vi que estaba lo suficientemente oscuro como para salir a trotar así que me dirigí al baño. Luego de desnudarme, me quité las vendas de los brazos y no tenían tanta sangre. Eso era algo bueno. Hoy es viernes, y calculaba que para el domingo no tendría los cortes abiertos. Me bañé sin mojarme el pelo y curé de nuevo todos mis cortes.

Ardían y dolían como el diablo, pero, era necesario si no quería que eso se infectara. Los cortes de mis piernas ya se habían cerrado y estaban cicatrizando ya que hace mucho que no me corto en las piernas. Ese pomo cicatrizante ha dado la talla y si sigue así puede que dentro de varias semanas ni cicatrices se me vean. Pero, no aseguro lo mismo de los cortes en mis brazos ya que mi piel es mucho más fina allí y admito que la he maltratado demasiado hasta el punto de quedar casi inservible.

Luego de aplicar la pomada y una crema hidratante que encontré por todo el cuerpo, salgo hacia el vestidor y me visto con un mono gris y una sudadera con los zapatos deportivos que me compró Lee en Canadá.

Antes de salir de mi habitación tomé mi abrigo y el plano del internado y, mientras caminaba por el pasillo, el silencio era interrumpido por gemidos y gritos entrecortados, pero no eran de dolor... eran de placer... seguidos de un: --"Oh...dame duro... así Ian... Así... Más... Más... Más duro."—mientras más caminaba por el pasillo, más claro se escuchaba. Ahora se le unió un golpeteo constante contra el piso de madera.

Mi mente comenzó a maquinar y uní todos los puntos, los chicos estaban teniendo sexo...

Me dieron nauseas al instante y corrí escaleras abajo. Cuando me hallé fuera del edificio me concentré en eliminar de mi mente esa escena, pero, era obvio que no iba a poder hacerlo en un futuro instantáneo y menos cuando la voz de la chica gimiendo se me asemejaba demasiado a la de la rubia #1.

Abrí el plano y lo memoricé como pude mientras comenzaba caminando. El internado por fuera era grandísimo y en el horizonte se veía como si hubieran derramado azúcar glasé por todos lados. Alcancé a dar 7 vueltas trotando. Estaba cansada y había logrado sudar un poco a pesar de que la temperatura estaba a casi 10°C.

Entro al edificio de nuevo rogando porque los ruidos hayan parado en las habitaciones de las chicas. Pero, como yo no era una chica suertuda, cuando iba pasando frente a la habitación 20 sale de la habitación 23 el novio de la rubia #1 con los pantalones sin abrochar y terminando de colocarse la camisa blanca.

Traté todo lo posible por ignorarlo, pero, él no disimuló y cuando nos cruzamos se atravesó en mi camino y lo encaré.

- "Tú no me viste."—ordenó mirándome a los ojos.

Estaba comenzando a enojarme su tono así que mis ojos deberían ser un espectáculo para él en este momento. Comienzan a tornarse amarillentos en el centro combinándose con el azul haciendo que en el medio se vuelvan verdosos. Siempre me sucede cuando me enojo y él está demasiado cerca para notarlo.

- "¿Y qué si lo hice?"—alegué disimulando que no me di cuenta de que sus labios habían doblado su tamaño viéndose ligeramente inflamados.

- "No querrás saber lo que te pasará."—dijo en tono severo.

El dolor dentro de las mentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora