Presente
Renjun no ha tenido el valor de mirar a sus brazos durante todo el día, si que tuvo las oportunidades, pero jamás quiso ver.
Jaemin está cocinando algo mientras escucha Sin & Moon de NCT 127, de vez en cuando cantando ciertas partes a RenJun. Su cuerpo se mueve al ritmo de la música; está muy metido en cortar, azar y freír vegetales.
El mayor toma valor y decide echar un vistazo, solo uno. Lentamente sube las mangas del suéter y mira a sus brazos encontrándose con nada.
No hay nada.
El Renjun de aquí no necesita lastimarse. Él es feliz, está casado y va a tener un bebé con la persona que ama. Ahora, todo lo que tiene que hacer es buscar una forma de quedarse. Pero si esto en verdad es un sueño, entonces ya no quiere despertar. Nunca.
— Estás muy distraído hoy, Injunnie— dice Na, dejando un plato de pollo y vegetales cocidos frente al chino.
— Solo estoy feliz— suelta y su cuerpo se tensa ante el pensamiento de volver a su antigua vida.
— Eso es bueno — dice el peli rosa mientras apaga la estufa y termina de colocar la mesa. Sirve dos vasos de agua y se sienta frente a Renjun. — Come— indica y toma una porción de pollo, saboreando la carne .
— Jaemin—
— ¿Mmm?—
— ¿Y si hubiera terminado yendo a la universidad del centro? ¿Y si nunca nos hubiéramos conocido en aquel club de danza y música?—
El menor mastica lentamente, procesando las preguntas antes hechas para dar una respuesta. Y después de unos segundos, una sonrisa aparece en su rostro haciendo aparecer esa sonrisa de comercial y toma la mano de Renjun, dando un apretón cálido.
— Nos encontraríamos el uno al otro. Puede que tuviéramos una vida diferente. Y ya sea que fuera en China, Corea, América; que fuéramos dos chicos en busca de ser cantantes, un doctor y un futbolista, delincuente y policía, las opciones son infinitas, pero definitivamente nos encontraríamos el uno al otro. Creo que nuestras almas estaban destinadas a encontrarse, tarde o temprano. —
Renjun tiene ganas de llorar. Las palabras fueron sencillas, pero profundas. Y quiere creer. Creer que Jaemin existe en su mundo real.
— Eso espero— susurra Renjun y devuelve el apretón. Jaemin solo alza su mano y la lleva a sus labios, besando su dorso y llevando la palma a su mejilla. Aquel acto hacen al mayor dejar escapar unas cuantas lágrimas.
— Lo siento. — Limpia las gotas saladas con la manga de su suéter— Deben ser las hormonas. Soy demasiado emocional. —
— No tienes que disculparte por sentir, Renjun. La vida no vale la pena si no la vivimos al máximo—
Asiente y mira por la ventana, los colores naranjas y rosados pintan la tarde. Decide dejar de preocuparse por el mañana y disfrutar del momento. Toma el tenedor del plato, picando un poco de brócoli y zanahorias para llevarlos hacia su boca y disfrutar de la cena.
En la sala aún puede ver una que otra caja sin acomodar, pero ya siente que la decoración le gustará demasiado. Incluso puede visualizar a su hijo creciendo ahí. Imagina a los tres sentados en el sillón más grande, comiendo galletas de jengibre y bebiendo chocolate caliente mientras ven una película, el árbol de navidad iluminando el espacio una y otra vez.
Si, definitivamente le gusta eso.
...
Después de cenar y lavar los trastes utilizados, ambos se dirigen a la habitación que está junto a la recámara principal. Jaemin le dice que quiere mostrarle la decoración del cuarto, pero Renjun no comprende de que se trata hasta que abre la puerta.