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Era un día lluvioso, las calles de Japón se consumían por el sonido sordo de las gotas de lluvia impactando sobre el suelo.
12:27 marcaba el reloj.

No se pronosticaban lluvias, después de todo, al estar en pleno verano era raro que lloviese.

Aquel rubio se disponía a irse de la universidad en la que impartía clase, sin embargo; no había contemplado la lluvia y justo en el día que dejó su auto en el taller, no le quedaba de otra más que esperar a que aminorara la lluvia.

Pero una chica se adelantó a sus planes y le ofreció un paraguas.

—Profesor Bakugou, por favor tome mi paraguas.

—¿Eh? No, no hace falta, gracias.

—Sólo tómelo, luego puede regresármelo—el rubio no pudo seguir alegando ya que la chica se fue corriendo cubriéndose con su chaqueta de la lluvia para después meterse en un auto e irse.

Este sólo frunció el seño y se dispuso a salir de las instalaciones del lugar, debía ir a la estación para llegar a su casa lo más rápido posible, no había sido un buen día, sólo anhelaba un baño caliente y dormir plácidamente con el clima que el día de hoy le ofrecía.

             

A lo lejos escuchó un estruendo, seguido de una mujer de mediana edad gritando que detuvieran a un tipo peliverde que corría lo más rápido que sus piernas le permitían

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A lo lejos escuchó un estruendo, seguido de una mujer de mediana edad gritando que detuvieran a un tipo peliverde que corría lo más rápido que sus piernas le permitían.

—Genial, un imbécil robando ¿acaso este día podía ser peor?—pensaba el químico—.

No deseaba involucrarse pero aquel tipo se acercaba más hacia su dirección, cuando estuvo lo suficientemente cerca en un movimiento rápido trató de detenerlo pero fue como si el peliverde hubiese leído sus movimientos ya que logró esquivarlo fácilmente.

¿Cómo un jodido vago podía ser así de ágil? Maldita sea, no podía dejarlo así.

Sus piernas se movieron solas por la cólera, soltó el paraguas y corrió hacia aquel individuo.

El ojiverde, volteó hacia atrás viendo como un rubio loco lo seguía a pasos rápidos, tuvo que doblar en una esquina sin fijarse de lo que venía.
Todo pasó a cámara lenta, Bakugou sólo pudo visualizar como aquel verde impactaba sobre un camión y lo mandaba lejos.

—¡IDIOTA, MIRA LO QUE HICISTE!—El rubio gritaba recriminando al conductor, mientras corría hacia la dirección del herido—.

—Oye, oye ¿puedes escucharme? ¿estás bien?

Aquel joven ojiverde no podía entender nada, apenas y podía mantener sus ojos ligeramente abiertos, su cabeza dolía y parecía que en un instante sería consumido por un abismo, veía todo borroso, sólo podía divisar una silueta sosteniéndolo, veía que sus labios se movían, pero no podía escuchar nada, todo comenzó a ser cada vez más borroso y sin sentido, lo único que pudo pronunciar antes de caer en un profundo sueño fue:

Sea quien sea, sálveme por favor. [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora