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Habían pasado 2 días desde lo ocurrido con el peliverde, no había podido hablar con él sobre la situación que encontró en internet por exceso de trabajo.
En este momento se encontraba manejando hacia la universidad, pelos de mierda se quedaría con la estúpida peste así que no había problema.                    

El peliverde apenas despertaba, no se escucha nadie en casa, sólo podía ver un plato de comida sobre la mesita de noche con una nota que ponía "fui a trabajar, te quedarás con "Pelos de mierda"

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El peliverde apenas despertaba, no se escucha nadie en casa, sólo podía ver un plato de comida sobre la mesita de noche con una nota que ponía "fui a trabajar, te quedarás con "Pelos de mierda".

—¿Kirishima?—preguntó lo suficientemente fuerte pero no hubo respuesta—quizá y se le hizo tarde—pensó—.

Se dispuso a desayunar y mientras tanto, ver televisión.
Se sentía sumamente ansioso, comió de los dulces que Kirishima le había dado para sustituir las drogas, pero hace algunos días no estaban surtiendo efecto, intentó restarle importancia leyendo un libro que igualmente Kirishima le había regalado pero simplemente no podía leer, las letras se distorsionaban y se volvían borrosas, de un momento a otro comenzó a sentir demasiado calor.

—Tranquilizate, tranquilizate, tú puedes—intentaba mentalizarse—.

Metió más dulces a su boca por desesperación, tragando algunos de paso pero nada, simplemente nada.
Su respiración era cada vez más agitada, el calor en su cuerpo aumentó, haciéndolo removerse en la cama, su cuerpo picaba, comenzando a rascarse sin control, rasgando su piel como si de arañazos de algún felino se tratase.

Lleno de frustración comenzó a gritar desgarrando su garganta en el proceso mientras lloraba, ya no quería sentir esa sensación, ya no quería drogarse pero esa era su única salida, se sentía como la mierda más asquerosa pero no tenía de otra, así era su jodida, deprimente, asquerosa vida.
Nadie podía entenderlo, a excepción de él, aquél azabache de sonrisa deslumbrante, que lo acogió y le dió todo lo que necesitaba, sólo él pudo comprender su desesperación. Extrañaba de sobremanera a Sero pero él debía ser cosa del pasado.

Como pudo bajó de la cama, a rastras salió de la habitación buscando cualquier material que pudiera ayudarlo, pues sabía que el rubio era químico, algo bueno debía tener.

Pero no logró encontrar nada, alcanzó un cuchillo de cocina e hizo algunos cortes en su muñeca, era liberador, sus ansias bajaron de a poco, se quedó ahí sentado en el suelo de la cocina mientras veía como salia aquel liberador líquido carmesí de aquellos cortes que había hecho.
Sus ojos se cristalizaron de nuevo, era un asco.

Su cuerpo le pedía más, eso no era suficiente y él lo sabía.
Hasta que recordó que alguna vez Kirishima le habló sobre el sótano, mencionó que ahí era donde el rubio guardaba su material de trabajo.

Como pudo abrió la puerta y bajo las escaleras ayudándose de la barandilla de estas.
Fijó su vista por todos lados pero el sótano se encontraba vacío, sólo había una cuerda y una escalera, se sentó en el suelo enterrando sus manos en su cabello, comenzó a tirar de él, llorando y gritando.

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⏰ Última actualización: Feb 18, 2021 ⏰

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Sea quien sea, sálveme por favor. [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora