Con su colonia favorita en su cuello, viéndose al espejo una vez más, salió de su habitación completamente nervioso.
Evitó que su madre se acerque a la puerta, por más bien que se lleve con JungKook y se salió.
Cuidando de no caer, como la última vez que salieron. Verlo sonreírle directamente cuando hicieron contacto visual, por poco acaba con su estabilidad —la cual se fue ni bien recibió el mensaje—.
—TaeHyung...
—JungKook...
Ambos se encontraban a sólo un par de pasos, estaban ya levemente sonrojados y tímidos.
—Tienes hambre? Hay un restaurante al que me gustaría llevarte.
—... C-claro.
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La noche se prestó para ellos.
Una de las sorpresas que le tenía JungKook, era su auto, uno negro, no divisó el modelo, pero era hermoso.
Recorrieron la ciudad, cenaron, donde llegaron a conocerse un poco más.
Lo poco que el mayor habló de su vida fue suficiente para TaeHyung, ya que el resto eran puros gustos de cada uno.
Y compartían bastante, mientras en otras cosas eran polos opuestos.
Ahora mismo, con las ventajas bajas, el viento haciendo volar sus cabellos, cruzando miradas de vez en cuando, disfrutando de la noche y la luna.
—¿Te... gustó?
—Fue increíble —respondió rápidamente, sin darle lugar al sonrojo. —De veras no eres lo que todos piensan, JungKook.
—No me importan, sólo MinHo y tú.
Intentó formular un ¿Qué?, pero fue imposible.
Los colores se le subieron rápidamente, y todo en su mente parecía un corto circuito.
JungKook estaba igual, sólo que claramente era imposible saber.
No podía creer que lo haya dicho de una manera tan repentina, que le importaba a TaeHyung.
Las palabras estarían demás, entonces sólo se dispuso a darle aleatorio a su playlist de One Direction.
