29. Modo lector

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Aiden

¡Ayer fue uno de los mejores días de mi vida!

Estar con Alexia, Bianca y León debe ser un regalo de Dios, estoy muy seguro de eso, pero obviamente tuve que irme antes de que anochezca por completo.

Además de que mis padres estaban preocupados, pues, ellos aún no saben de la existencia de Alexia y sus hermosos hijos.

Mejor dicho, no saben que salgo con ella.

He estado pensando en la manera para contarles, pero no sé cómo hacerlo, ni cómo o cuando, pues, últimamente las ventas en el restaurante han rebasado, algo que es muy bueno pero que no me permite tener un momento a solas con ellos.

No sé si podría decirles "Hola, papá, mamá. Estoy saliendo con una hermosa chica que tiene mellizos, ¿casual, no? Ja, y ambos parecen jirafas, ya que les gusta mostrar la lengua a cada rato."

Sí, qué curioso que así no funcionen las cosas.

Pero, sinceramente, quiero mucho a Alexia y a sus dos pequeños, me gusta estar con ellos.

Sigo mirando al techo de mi habitación mientras pienso cómo sería si mis padres se enteraran de mi —casi— relación con Alexia, hasta que escucho como abren la puerta de mi habitación.

—Aiden, ya es hora de que desayunes, cariño —avisa mi mamá, pero yo sigo en mi pequeño viaje astral—. ¿Aiden? —escucho preguntar a mi madre un poco preocupada.

Se acerca y veo que sonríe mientras niega con los ojos entrecerrados, suspira y se sienta a un lado de mi cama, pero no pestañeo o muestro algún gesto, simplemente sigo en mis pensamientos.

—Tu maestra me decía que, a veces, asustabas a tus compañeros cuando mirabas a un solo lugar y no respondías —escuché y sacudí mi rostro para mirarla confundido, ella rio—, bueno, lo confirmo ahora.

Le muestro mi mejor sonrisa, ella sacude mi cabello en forma de afecto y extiende sus brazos para ayudar a sentarme.

—Siento que hay algo diferente en ti —confiesa mientras me sigue observando—. Tus ojos brillan mucho, creo que estás ilusionado.

Y no te equivocas, madre. Pero, es más que eso.

—Tu silencio confirma mis sospechas.

—Yo siento que ya me enamoré, mamá —pronuncio en un pequeño suspiro, recordándome a las protagonistas de películas de Disney—. Si ella quiere ser mi Eleonor, yo puedo ser su Park... Claro, uno norteamericano.

Ella rio por lo que dije y volvió a negar, pero sabe que también amo a los libros, aunque prefiero leerlos a escribirlos.

—¿A ella también le gusta leer? —inquirió mi madre un poco curiosa, asentí.

—Le encanta, además de que ama escribir, es su pasión.

Ella asintió y acarició mi cabello, sonreía mucho y decidió dejar un beso en mi frente, causando que recuerde cuando ella me cuidaba de pequeño.

—¿Son pareja o algo?

—Bueno —dudé y rasqué mi mentón—... Algo así, pues... Salimos a menudo.

Ella alzó una ceja y se colocó al frente mío. Bien, creo que ya notó algo.

—Entonces, probablemente, me acabo de enterar de que mi hijo sale con una chica, a la cual desconozco —recapituló todo lo que le he dicho hasta ahora, prosiguió—. Y nunca la mencionó hasta que empecé a preguntarle cuando él estaba un poco dormido, perfecto.

—¿Qué?

—Sabía que no ibas a contarme lo tú, así que decidí que indagaría por mí misma.

—Pero...

Aceptando Sus Reglas.© [#1] (VERSIÓN ANTIGUA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora