Narra Julieta:
Ya no sentía ganas de seguir hablando. Me sentía tan rota, sola, tonta, de tan solo pensar en mi vida.
—No estás sola, me tienes a mi. —Dijo él psicólogo.
Sorprendida y tal vez con los ojos rojos de llorar lo miré a la cara por primera vez desde que llegué a este lugar.
Su cabello era oscuro, tenía linda nariz, los labios eran perfectos, las pestañas soñadas y los ojos...—¿Julieta? —Me llamaba.
Cuando me di cuenta, me había perdido en sus ojos. No eran verdes ni azules, pero eran color café. Raramente no lo sentí cómo cualquiera, realmente brillan.
—Pero al final de la cita nos dejaremos de ver y me quedare sola otra vez, con un gran problema que crece día a día.
—Estoy para ayudarte a superarlos, ¿Tienes a alguien más?
—A él.
—¿A quién? —Se encontraba tan confundido.
—Él, un chico que conocí por internet.
—¿No lo conoces en persona?
—No. Pero, él sabe de mi problema, intenta animarme y me dijo que si venía acá tal vez podrían ayudarme.
—Hiciste bien en hacerle caso. —Sonríe bonito.
—Eso creo.
—¿Cuántos años tienes?
Miré a la pared —Tengo dieciséis, pero voy a cumplir otro año en una semana. ¿Usted? —Tarde unos cinco segundos en darme cuenta. —Perdón, perdón, me parece desubicado preguntar eso, no me había..
—Veintiséis —Interrumpe. —Pero, continuemos hablando de usted señorita.
—¿Qué pasará cuando esto termine?
—No podemos saber que pasará en un futuro por más cercano que sea. Por lo tanto debemos ver el progreso. Dime Julieta. ¿Intentaste hacer algo respecto a tu mamá?
—No...
—¿Por qué no le dices que venga también a hablar conmigo?
—Si se entera que estoy acá me van a matar.
—¿Puedes intentar tú, hablar con ellos?
—Tal vez —Respondí sabiendo lo que pasará.
—¿Lo dejamos aquí por hoy? —Pregunta mirándome.
—Eso creo —Me levanté caminando lentamente hacia la puerta. De pronto todo se puso borroso y caí al suelo.
El psicólogo se asomó para ver si me encontraba bien. Me tomó entre sus brazos y comenzó a dirigirse al sillón mientras yo miraba su rostro.
Me dejó sobre el sofá mientras retrocedió unos pasos.—¿Quieres quedarte hasta sentir que sea el momento de regresar a tu hogar? —Pregunta mirándome.
—Si así fuera, me quedaría por siempre. Porque nunca llegaría el momento en el cuál sienta que debería regresar.
—No pienses en...
Le di un fuerte abrazo dejando salir demasiadas lagrimas. Puedo sentir sus brazos. Él también me está abrazando, suavemente.
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Me enamoré de mi psicólogo
Novela JuvenilÉl, era esa perfección en mi desorden. Es una historia que avanza rápido.. Parte 1: Me enamoré de mi psicólogo. Parte 2: Café, terapia y yo.