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Junio 24, 18:3O PM.

Los cuatro jóvenes sentados frente a los trípodes de entrenamiento tridimensional, permanecían en silencio. Las sombras de dichas estructuras iban creciendo conforme el sol se escondía tras las gigantescas murallas, insistiendo en algún tipo de reacción por parte de sus espectadores. 

Luego de la lamentable caída de Eren, Armin y Mikasa se aproximaron a la habitación del castaño, encontrándolo sentado con las manos en la cabeza, era evidente la frustración, ¿Cómo era posible que él haya sido el único en fallar de forma tan catastrófica? Ambos le propusieron entrenar al atardecer, a lo que Eren accedió decidido. Pronto los jóvenes fueron en búsqueda de su miembro restante para la misión, sin éxitos de encontrarla en el patio de entrenamientos. Finalmente fue nuestro castaño quién dio con su ubicación en el área común, asegurando para sus adentros haberla "rescatado" de una incómoda situación. 

E aquí los encontramos, aguardando a que dos reclutas restantes finalmente se marcharan. En cuanto esto ocurrió, Armin se levantó animado, acción la cuál sus amigos imitaron. – Bien, a trabajar. – 

Sería difícil estimar el tiempo que estuvieron allí afuera, pero para ellos todo pasó en cuestión de minutos. Al caer los últimos rayos de sol, dieron por finalizado el entrenamiento. Si bien Eren había conseguido mantener el equilibrio por un par de segundos, aún no era suficiente para pasar la prueba inicial, sin embargo los cuatro estaban exhaustos y era vital descansar para mañana.

– Bien, entonces nos vemos al desayuno, ¿si? – Arimin se rascó la nuca. – Estoy seguro de que todo saldrá bien, solo descansa Eren, y te encontrarás mejor aún para la prueba de mañana.

Keyla y Mikasa asentieron al unismo, eso debía hacer, después de todo, Eren era el más obstinado de los cuatro, y desde luego todos preferían aferrarse a esa idea. Los tres chicos se despidieron de Armin, quién fue el primero en marcharse a su habitación, para luego ambas chicas intercambiar las últimas palabras con Eren, quien aseguraba irse enseguida a su recámara. Mikasa se dio media vuelta luego de despedirse del castaño, siendo seguida por Keyla, quién varios metros adelante detuvo el paso.

– Mikasa, adelántate ya vengo.

– ¿A donde vas? Se está poniendo frío y debemos descansar...

– Me olvidé de algo, iré enseguida, no te preocupes. – Keyla le sonrió sincera, mientras Mikasa realizaba una mueca sin aprobar demasiado la situación.

– Está bien.

La castaña de rizos dorados se apresuró en regresar a la zona de trípodes, ni ella estaba segura de lo que hacía, y de no ser por la luna llena, jamás se hubiera percatado de que Eren se encontraba sentado en una banca próxima, mirando hacia el cielo.

– ¿Eren?

El castaño se sobresaltó, siendo extraído de su trance.

– ... ¿Keyla?

– ¿Qué haces aquí todavía? ¿Necesitas algo?

Eren la observaba con los ojos brillosos, realmente estaba preocupado por mañana, y de no ser porque su amiga regresó, nunca hubiese reconocido lo angustiante que era permanecer solo frente aquel mecanismo. Keyla aguardaba atenta alguna respuesta por parte de su compañero, tomando asiento a su lado.

Eternal - Eren JaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora